Daydream Festival, 12 de junio de 2008
Javi
09:55h
La huelga de transportistas marcó las horas previas del festival, con rumores por doquier de cancelación del show. Estos fueron desmentidos categóricamente por la organización del evento, en una nota enviada el día antes a los medios. A las 5 de la tarde ya habían colas en el Auditori para ver a Faust pero, por una vez, estaban bien organizadas. Eso no impidió que los que no teníamos ticket de reserva entráramos ya con el recinto a oscuras y con los alemanes emitiendo sus primeras notas. Mientras la gente buscaba sitio en las primeras filas, los músicos iban a lo suyo, a ir incrementando la tensión hasta retorcer una melodía para convertirla en chatarra industrial. Parece mentira que tan pocos músicos puedan hacer tanto ruido, y tal vez un cierto desconocimiento disuadió a algunos asistentes, que tomaron la puerta de salida huyendo del rock experimental. Aquellos a los que Faust nos ha dado dolor de cabeza alguna vez sabemos que un poco de espera puede valer la pena. Tocaron 4 “temas” (o mejor dicho, hicieron tres pausas entre tanto alboroto), y la verdad es que tuvo momentos impresionantes. Nada que entender, todo que sentir. Quizá sólo el tercer movimiento de su concierto fue un poco fallido pero, a su manera, triunfaron. * * * * * * * *
En el escenario donde horas más tarde actuaría Radiohead ya había gente sentada a las 18:30 con intención de no moverse de allí hasta que llegara su momento. Mientras tanto, iban saliendo teloneros que les amenizarían un poco la tarde. Y los primeros en salir prometían. Los Liars empezaron su concierto con “We Fenced Other Gardens with the Bones of Our Own” (y no pondré muchos más títulos suyos, porque son muy largos). Una intro de percusión poderosa que creó un clima tribal de diseño. Su cantante Angus Andrew ejerció de showman en toda regla, haciendo posturitas como si flotara en un túnel del viento, vestido con pantalones blancos, corbata y uniforme de marinerito. Por cierto, se quitó esta chaqueta en un mini-strip-tease con mucho arte y salero. Musicalmente hablando, a mí me ponen más brutote (hay que decirlo así) cuando sacan los tambores a pasear. Sus temas de rock más convencional me interesan algo menos, aunque su relajado “The Other Side of Mt. Heart Attack” también entró bastante bien. Su concierto fue bueno, pero el escenario grande no favoreció su propuesta. * * * * * * *
Por aquello de moverse un poco, fuimos a otro escenario donde tocaban los franceses M83. En estudio suenan más electrónicos que rock, pero en directo su sonido es más orgánico y guitarrero. Bueno, al menos eso era la intención, porque todo lo que tenía cuerdas (guitarras y voces) sonaba un poco peor que la batería y los teclados. Los músicos tenían el sol de cara y el viento iba del público al escenario. Este cúmulo de pequeñas calamidades acabó mal. Tras media hora de actuación en la que pudieron tocar temas de su nuevo álbum como “Kim and Jessie” y “Skin of the Night”, se les fue el sonido. Sólo se oía al batería y se intuía al resto. El público lo hizo notar con sus silbidos. A los Devo les pasó lo mismo un par de semanas antes, pero reaccionaron a tiempo. M83, no. Una lástima. * * * *
El sonido de Bat for Lashes fue impecable, pero lo que hizo fue poner aún más al descubierto las carencias de su propuesta. Esta pakistaní cuya voz recuerda a la de Björk se presenta con una banda que incluye teclados, violín, guitarra, batería y un bombo. Las intérpretes iban cambiando de instrumentos con cierta frecuencia, y todo resultaba bastante milimetrado, pero apenas creó ningún tipo de sensación. Un escenario grande por la tarde no da para conciertos hipnóticos o sutiles, o tal vez sí, pero con una colaboración del público que brilló por su ausencia. Como hicieron horas antes Liars, recordó a los asistentes que en ese mismo escenario iban a tocar Radiohead, por si acaso a alguien se le había olvidado. Sonó al final su éxito “What a Girl to Do” y fueron devueltas a los corrales. * * * * *
Ana había preparado unos enormes y sabrosos bocatas de salchichón que degustamos tranquilamente en la zona de picnic, acompañándolos con unas olivas. Había que reponer fuerzas para lo que se nos podía venir encima. Había allí mucha humanidad (después las cifras de la organización dijeron que fuimos 20.600 personas), y el olor a orina revoloteaba por todo el Parc del Fòrum. En el lado positivo, el sistema de tickets de bebida funcionó bastante bien. - - - - -
Es el momento de decir que yo no soy un fan de Radiohead, luego soy de fácil conformar. Sin embargo, era previsible que resumir la carrera de estos tipos en dos horas y media en directo iba a dar para decepciones por falta de temas favoritos personales. Había desesperados que parecía que iban a dar su brazo para que sonara “Creep” (difícil: no sonó nada de “Pablo Honey”) y otros más modestamente esperábamos “Karma Police” o “No Surprises”. Sin embargo, los chicos de Oxford se aplicaron en interpretar sus temas de su reciente “In Rainbows” (todo el CD 1, y una canción del CD 2) y los clásicos que les dio la gana, tal como sigue. Reitero, no soy fan de Radiohead, y si me equivoco en alguna canción es por ignorancia. Empezaron con tres temas de “In Rainbows”: “15 Step”, “Bodysnatchers” y “All I Need”. Muy bonito, pero fueron los primeros acordes de “Airbag” los que hicieron traspasar al público la línea entre intensidad y placer. Tras “Nude” llegó “Pyramid Song”, que a mi modesto entender su ubicó en mal lugar, pero sirvió para abrir las emociones antes de las enérgicas “Weird Fishes / Arpeggi” y “The National Anthem”, el primer momentazo de la noche. Ésta se abrió y se cerró con una locución radiofónica en castellano que decía cosas del tipo “lo que se ha llamado una zona de libre comercio…” y de no sé qué pasaba en Zimbabwe. No puedo decir mucho de los gestos de los músicos y de Thom Yorke: a priori, nuestra posición parecía relativamente buena, ni muy cerca ni muy lejos, a algo más de un tiro de piedra del escenario por la parte derecha (la elevada). Pero los jóvenes crecen, llevan cámaras que alzan por encima de sus cabezas tapando la visión de los que tienen detrás… y qué se le va a hacer. Yorke parece muy bajito. Su voz puede volver histérico y petrificar, yo lo he visto. Sigamos. Yorke recordó que horas antes habían actuado Faust, y les dedicaron, claro, el tema “Faust Arp”. Después llegaron las reposadas “Videotape” y “The Gloaming (Softly Open Our Mouths in the Cold)”. Amenazaron con tocar “Everything in Its Right Place”, pero ofrecieron una lectura revitalizante de “Optimistic” antes de meterse en uno de los paraísos emocionales de la noche: “There There”. Este tema funcionó a las mil maravillas, desde todos los aspectos musicales y de recepción. Los efectos de luz estaban muy trabajados. Con los colores cambiando a lo largo de la noche, detrás de los músicos formaban barras verticales en las que un efecto lumínico simulaba, entre otras figuras, la caída suave de gotas. Un lujazo. No tanto las pantallas, que eran demasiado pequeñas, y las imágenes que se ofrecían en ellas tampoco eran muy atractivas. Mucho mejor ver las estalactitas luminosas. Tras “Lucky” (que perdió su eco a “Helter Skelter”), llegaron “Jigsaw Falling Into Place”, “Everything in Its Right Place” (ahora sí) y “Reckoner”, finalizando el primer tramo del concierto. Quedaba sólo un tema por tocar de “In Rainbows” y fue el que abrió el primer bis: “House of Cards” (canción que gana bastante en directo). Y a partir de aquí, ¿qué? Pues siguió otro momento estelar: “Paranoid Android”, con la audiencia entregada a gritar lo que fuera falta y a seguir su compleja estructura como si fuera el Padre Nuestro. No consiguieron esta altura ni “Bangers and Mash”, ni “The Bends” (por poco, eso sí), ni “Idioteque”. Sobre el segundo bis pesaban muchas expectativas del tipo “y ahora cantarán la que más me gusta”. Sin embargo, Radiohead se descolgaron con dos enormes canciones que, sin embargo, no estaban en las quinielas: “You and Whose Army” y “Planet Telex”, que cerró dos horas y cuarto de concierto. Por si alguien estaba haciendo números, ya los hago yo: Radiohead tocaron 24 canciones, 11 de “In Rainbows” (como ya he dicho), 2 de “Hail to the Thief” y “Amnesiac”, 4 de “Kid A”, 3 de “OK Computer” y 2 “The Bends”. Como se puede ver, bastante repartido pero a todas luces insuficiente. Los conciertos de Radiohead deberían durar más. Pero así estaba montado, y como tal hay que valorarlo. Fue un excelente espectáculo que no llegó a lo sublime por temas de dinámica (algunas pausas entre canción y canción para redistribuir elementos en el escenario se hacían largas) y por el excesivo peso de “In Rainbows”. Por todo lo demás, una extraordinaria experiencia. * * * * * * * * *
Cuentan que la huelga de transportistas estuvo a punto de condicionar el evento. La organización montó un escenario con equipo de sonido y de luces local, pero finalmente se deinstaló para situar el propio de Radiohead. Bien está lo que bien acaba.
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The Freewheelin' Yo la Tengo, Apolo, 9 junio 2008
Javi
18:36h
El concierto empezaba a las 22:00, pero a las 20:30 había dos colas largas en Nou de la Rambla. Una con los que querían tener la mejor de las perspectivas del evento, y otra con los que buscaban una entrada en la reventa, en la repesca o hasta en la Intertoto. Ana cuenta que vio pagar 70 euros por una entrada, una vez aplicado el descuento de belleza. El precio a última hora por una entrada podía superar perfectamente los 100 euros. En suma, sold out. Una vez en el interior, la pista del Apolo estaba sembrada de sillas en adecuadas hileras. Mucho bullicio y expectación sobre qué podía pasar. Algunos podíamos recordar el último concierto de los de Hoboken en esa misma sala para presentar “I Am Not Afraid of You…”, pero esta vez venían con un show diferente: “The Freewheelin’ Yo la Tengo”. ¿Y qué quería decir eso? Según la introducción de Ignasi Julià, el público intervendría en el concierto pero no para pedir canciones, sino haciendo preguntas. Era un día, pues, para que los fans de Yo la Tengo demostraran su inglés, aunque fuera de aerolínea low-cost. En cierto modo, esto podía hacer temer por la dinámica del concierto, así como el hecho que no había nadie que llevara un micrófono a los espectadores. Muchas de las preguntas de los jilgueros más ensordinados no llegaban a la mayoría de la sala, pero los componentes de Yo la Tengo la hacían llegar al resto de la audiencia. La formación titular de Yo la Tengo salió bastante puntual. James McEwan se sentó a la izquierda del escenario, Ira Kaplan a la derecha y Georgia Hubley se situó tras una batería reducida en el centro, un poco por detrás de ambos. Excepto para cantar, Georgia prácticamente no abrió la boca. * Canción 1: una lectura de “Sugarcube” algo más tranquila de lo habitual, baja en electricidad pero no por ello menos intensa, que recibió grandes aplausos. Desde el principio, el público estaba a su favor y entregado a la causa. * Canción 2: “The Weakest Part”, bastante fiel al original. Una vez tocado el tema, Ira Kaplan se mostró abierto a las preguntas de la audiencia, “y si no, será un concierto muy breve”, dijo de forma relajada pero efectiva. * Constatación 1: al ser preguntados por su nombre, dieron una respuesta de manual: “no lo entendíamos, y nos sonaba musical”. Sobre la identidad de Tony Orlando, aprendimos que era un entertainer con bigote. * Canción 3: “Let’s Save Tony Orlando’s House”, delicada. * Constatación 2: hubo un tiempo en el que se usaba el teléfono convencional, con auriculares en los que te podías oír a ti mismo, y en esas condiciones Daniel Johnston conoció la versión de “Speeding Motorcycle” que preparaba Yo la Tengo. * Canción 4: “Speeding Motorcycle”, mínima al principio, con más instrumentación hacia el final, siempre suave. * Constatación 3: Yo la Tengo no se puede permitir alquilar estudios de noche. Aunque, según apuntó el banderillero McEwan, las mejores partes de “And Then Nothing Turned Itself Incide-Out” se tocaron con nocturnidad. * Constatación 4: la última temporada de “Buffy cazavampiros” no tenía sentido, según McEwan. Pero bueno, el tema de conversación era “A dos metros bajo tierra”, e interpretaron un tema que aparecía en la serie. * Canción 5: “Our Way to Fall”. Como se puede intuir, todo va por unos cauces de relajación y espiritualidad. * Constatación 5: coincidieron con New Kids on the Block en Pittsburgh, pero éstos actuaban en el escenario grande, y Yo la Tengo en el pequeño. * Constatación 6: Yo la Tengo lleva un recuento de la cantidad de veces que han escrito mal su nombre, sobre todo en los locales donde actúan. * Constatación 7: hablando de la similitud entre tengo y tango, Ira Kaplan se rajó cuando se le pidió uno. “Sería embarazoso”. Pero sí se atrevieron con otro estilo… * Canción 6: “Last Days of Disco”, íntima y cálida. * Constatación 8: Yo la Tengo procura que los títulos de sus discos no se refieran al título de una canción o a un verso de sus textos. Eso a veces les supone tardar tiempo en decidirlo, como and “And Then Nothing…” o “I Am Not Afraid…”. Hábilmente, alguien preguntó quién es el que pone la voz en “Mr. Tough”, y los músicos decidieron demostrarlo. * Canción 7: “Mr. Tough” incendió al personal, y acabó con un reprise que enardeció al público aún más. * Canción 8: “Be Thankful for What You’ve Got”, tema de William DeVaughan (que a muchos nos suena por la versión que incluyeron Massive Attack en “Blue Lines”). Sonó susurrante y confesional. * Constatación 9: te puedes expresar muy bien a través de las canciones de otros (Ira Kaplan). Por ello llegaron más versiones. * Constatación 10: Ira Kaplan empezó a tocar la guitarra intentando sacar “Louie Louie”, pero no lo consiguió. Georgia Hubley sí sacó “I’m Free” de The Who, y James McEwan empezó con “Yellow Submarine”. * Canción 9: “I’m Not Your) Steppin’ Stone”, eléctrica version del tema de los Monkees. * Constatación 11: Ira Kaplan escucha mucha música pero no actual. Se mostró muy interesado en si los presentes habíamos ido a ver a Mary Weiss de The Shangri-Las en el Primavera Sound, y algunos dijeron tímidamente que sí. * Constatación 12: la pequeña esquina del mundo de Ira Kaplan no está en un lugar físico, sino que está en todas partes, está en la cabeza. * Canción 10: “My Little Corner of the World”, acompañada en el puente por un coro de silbadores en el público (y ahí estábamos, colaborando). * Constatación 13: una espectadora de las primeras filas pidió dar un abrazo a Georgia y consiguió el momento más tierno de la noche. * Constatación 14: Ira recordó que habían tocado en su última visita a Barcelona la versión de “Everlasting Love”, que habían interpretado por primera vez en la boda de un amigo. * Canción 11: “Everlasting Love”, versión del tema de Buzz Cason y Mac Gayden. Un poco más de participación popular no hubiera sobrado, pero funcionó. * Constatación 15: entre McCain y Obama, Ira apuesta por Obama. * Constatación 16: no todo el mundo entendió las instrucciones de uso del concierto, y en plena explicación de un tema de “Electr-O-Pura” alguien interrumpió desde el fondo con un sonoro e impaciente “MUSIC!”. Yo la Tengo se puso manos a la obra inmediatamente. * Canción 12: “Blue Line Swinger”, con Georgia susurrando entre arrebatos de electricidad. * Constatación 17: Yo la Tengo no siempre se lo han pasado bien a lo largo de su carrera. “Nos hemos divertido mucho, pero no todo el tiempo. En este momento… no”. * Constatación 18: el cortarrollos de la constatación 16 pidió disculpas por su intromisión. * Constatación 19: el empecinamiento de un productor puede ser determinante. Aunque Ira no lo veía claro, finalmente publicaron el tema “My Heart’s Reflection”. * Canción 13: “My Heart’s Reflection”. En parte Ira tenía razón: tiene una estructura que puede resultar algo compleja. * Constatación 20: James McEwan eludió pronunciarse sobre cuál era su canción favorita de Yo la Tengo. Se levantó y se dirigió a la persona que le había hecho la pregunta para conocer cuál era su preferida. Se sentó, y sin decir nada tocó las primeras notas del siguiente tema, que siguieron sus acompañantes. * Canción 14: “The Story of Yo la Tengo”, el tema más largo (que no el más alargado) de la noche. * Canción 15: “Tom Courtenay”, esperadísima, por supuesto, tocada sin solución de continuidad respecto al tema anterior. La cantó Georgia y elevó la temperatura del lugar. * Canción 16: “Stockholm Syndrome”, donde reventaron todos los medidores emocionales de la sala. A la vuelta de un descanso, a punto de iniciar el bis, todos tenían peticiones que gritaron a voz en cuello, pero Yo la Tengo fueron cara a barraca con la versión de “This Man He Weeps Tonight” de The Kinks, con “You Tore Me Down” y con “Did I Tell You”. Y pusieron fin así a dos horas y cuarto de experiencia musical inolvidable. Lo que lleva a pensar si estamos hablando de un concierto 2.0 o, simplemente, de un retorno a los orígenes, cuando la música servía para cohesionar a una comunidad junto al fuego. La cultura de masas ha tapado las tendencias profesionalistas, que eluden el contacto de los intérpretes con la audiencia. Ira y James se mostraban dispuestos a seguir hablando con los espectadores a la salida del concierto, pero, lamentablemente, no me pude quedar a comprobarlo. 4 horas más tarde, mandaba callar a mis dos despertadores y me disponía a acudir al trabajo con una sonrisa que daba la vuelta al cráneo. * Yo la Tengo en el Apolo, 30 de noviembre de 2006
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Apuntes del Primavera Sound 2008
Javi
14:02h
JUEVES Este año me plantaba allí con acreditación de prensa, entre la ‘canallesca’. Y como tal nos trataron: Internet se colgó en el lugar donde daban las acreditaciones y, a pesar de ser de los primeros en la cola, me tuve que esperar mis buenos 40 minutos bajo el sol barcelonés de las 6 de la tarde. Que cuando quiere, pega. Y además, me perdí a Tachenko. Aunque lo mío no es nada comparado con las dos chicas de una televisión zaragozana que llegaron tarde, y aunque les cedimos el paso por motivos de urgencia (Tachenko son aragoneses), dudo mucho que hubieran tenido tiempo de filmar más de 5 minutos. Empezamos bien. * *
Daba tiempo, antes del primer concierto, de hacer una primera inspección ocular de la zona. Hay 6 escenarios, y por primera vez veo uno que está situado detrás de la placa solar, al fondo a la izquierda y bajando unas largas escaleras. Los otros están situados donde siempre, prometiendo sin duda mezclas imposibles entre músicos de diferentes actuaciones a la misma hora. Funciona el sistema de tickets previos para comprar bebida, y se anuncia que hay cerveza para celiacos. Como más tarde comprobaría Montse, no era cierto, o al menos no la encontró en diferentes barras. Desafortunado. * *
La primera actuación valía por dos: Phil Elvrum venía con sus dos proyectos, Mt. Eerie y The Microphones. Había de resistir las embestidas rítmicas del escenario vecino Rockdelux, donde actuaban MGMT (el grupo más citado por los periodistas en la cola). Elvrum, en compañía de Juliet y Fred, ofreció un show de folk acústico con voz femenina y masculina, muy conjuntadas. La tal Juliet se comportaba con un aire amateur que podría ser cargante, pero lo compensaba el hecho de que tenía la sonrisa más adorable del festival. A mitad de show, Fred y Juliet se fueron y dejaron a Elvrum solo con una guitarra electrificada. Más consistente y confiado en esta segunda parte que en la primera, Phil demostró que su nuevo proyecto, comparado con su trabajo anterior, parece Cómplices. Sacarán disco este año, anunció. * * * * *
Muy poca gente esperaba en las primeras filas el concierto de The Notwist. Los alemanes presentaban su nuevo trabajo, que publican el mes que viene, y ofrecieron buena parte de su enorme “Neon Golden”. Abrieron fuego con “Pick Up the Phone”, que remataron de forma electrizante. Toda una declaración de principios: nuestros discos son relajantes, pero esto es un festival y hemos venido a ofreceros otro tipo de show. El cantante, al que a veces podían haber cambiado por J de los Planetas sin que nadie se hubiera enterado, tenía unos platos con los que a veces jugaba a hacer de DJ (en algunas ocasiones con resultados dudosos). Y cada uno de los músicos miraba para su lado, pero a pesar de todo el conjunto era realmente armónico. Estaban bien engrasados, y lo demostraron con piezas como “Where in This World”, “One with the Freaks”, “This Room”, “Neon Golden”, “Gloomy Planets” y el esperado cierre con “Pilot”. Salto válido, y vara de medir del primer día del festival. * * * * * * * *
Hacia las 10:15 ya me había zampado una pizza y un kebab, éste último en la buena compañía de Katya, Toni y el padre de éste. Tenemos una inquietud similar por la música, pero gustos distintos. A pesar de ello, llegamos a la misma conclusión: el cartel del año pasado era mucho mejor. También gracias a ellos volví a constatar (y no sería la única vez a lo largo de la noche) que en las colas una buena sonrisa femenina tiene unos efectos que para sí quisiera el bíblico Moisés. - - - - -
Montse, la compañera de trabajo sin cuyo impulso no estaría acreditado en el festival, me encontró cuando me dirigía a Public Enemy. Nos costó localizar al resto de emboscados, Montse y Joan, sentados en la última fila del “anfiteatro” del escenario Rockdelux, y me perdí una especie de prólogo ejecutado por unos teloneros. Cuando sonó la sirena que anunciaba el inicio de la recreación de “It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back”, ya estaba cómodamente aposentado. En el primer tramo del concierto Flavor Flav demostró su capacidad pulmonar, retando a la gente a que cantara un “heeeeeey” cada vez más largo... no lo cronometré, pero fue larguísimo, un portento. A medida que iban cayendo “Bring the Noise”, “Don’t Believe the Hype”, “Louder than a Bomb”, etc, me daban más ganas de salir a botar. Lo acabé haciendo, sorteando las torres en las que se han convertido los veinteañeros de hoy en día. Vibré con “She Watch Channel Zero”, pero para mi sorpresa la recreación de su obra maestra de 1988 se acabó antes de llegar a “Black Steel to the Hour of Chaos”… Supongo que por una cuestión de horario, se cortó por la sano y recitaron dos temas más: “Harder than You Think” y su himno “Fight the Power”. En su discurso final sobresalió el lema “peace and togetherness make power”, y se fueron dejando la sensación de grupo que aún puede vivir de las rentas. Nada nuevo, pero aún están bien diseñados para su oficio. * * * * * * * *
Proyectaron en el descanso el videoclip de “All Mine”, de Portishead, lo que interpreté como un signo de que este tema no sonaría en directo, y acerté. Portishead, probablemente el grupo más esperado del festival, fue saboteado. Programar casi a la misma hora en el escenario ATP a una banda como los japoneses guitarreros Boris era, una de dos, o una solemne estupidez, o una jugada sucia para que la gente fuera a la segunda actuación que ofrecían los de Bristol en el Auditori al día siguiente. Pasó lo que le pasó a Mt. Eerie con MGMT: Portishead ofreció un concierto enriquecido, por si a alguien le apetecía, con Boris en segundo plano. En fin. Empezaron con “Silence”, siguieron con “Hunter”, “Mysterons”, “The Rip”, “Glory Box” (con la que Gibbons empezó a luciar cuerdas vocales, y que tuvo un gran clímax en el momento esperado), “Nylon Smile”, “Wandering Star”, “Machine Gun” (que a ratos parecía Daft Punk, y que contó con la entrada en escena de Flavor Flav, excelente momento), “Over”, “Cowboys” (me encantó), “Threads”, “Sour Times” y “We Carry On”, que ofrecieron con mucha soltura y con una Beth Gibbons demostrando que también sabe sacar fuerza de su voz además de sutileza. Defendieron bien su terreno. Bien en conjunto, con rachas apasionantes. * * * * * * * *
De la Soul empezaron realmente animando el cotarro, totalmente conectados con el público, que tenía hambre de hip-hop después de lo visto y oído en ese mismo escenario. Pero esta ansia de conexión les acabó perdiendo. La broma del “when we say Ah, you say Ah” tuvo su gracia, y ahí estábamos todos dejándonos la garganta. Pero mientras se iban eternizando las referencias a Barcelona y los gritos de respuesta a “the party is over here?”, más se me agrandaba la sensación de que estaba frente a unos animadores escolares. Para colmo, un cantante reclamó la presencia de un auténtico fan de De la Soul. Bajó del escenario y tardó en encontrar a quien diera respuesta a su pregunta “Qué día es hoy?”, que tras casi dos minutos inacabables encontró una tal Patricia: “Saturday”. Llegué a sentirme mal. * * * *
En el escenario más alejado tocaban los Vampire Weekend. Su disco de estudio no me convence, y en directo estuvieron correctos, pero después de que hubiera sonado el segundo tema, “Campus”, ya me entró la sensación de que lo mejor de esta banda es su responsable de comunicación. Es un campeón (o una campeona). Algunos bailamos, es cierto, pero la cosa distó mucho de ser un fiestón. * * * * * *
A la salida la cola del bus especial era de casi 200 metros. Además, había que pagar dos euros más por un ticket. Cegado por el pensamiento de “hasta aquí podíamos llegar”, me dirigí a la parada del N6, que daba mucha más vuelta, pero que me dejó igualmente en disposición de alcanzar el primer metro de la mañana. VIERNES Absolutamente humillante la experiencia a las 16:00 de la tarde junto al Auditori. Como es habitual, pasan primero los que han pagado un extra de dos euros por tener una buena localidad, hasta aquí todo correcto. Lo que no lo era tanto fue que el resto de los mortales tuviéramos que hacer cola bajo una de las construcciones de la pared, bajo la que muchas personas no podían erguirse. Es decir, era como el piso 7 y medio de “Being John Malkovich”, y estuvimos veinte minutos castigando el cuello, la columna o las posaderas en un suelo irregularmente empedrado. Una vergüenza. * *
La cola era para Holly Golightly & The Brokeoffs, que resultó ser sólo otro señor acompañando a la dama. Empezaron con canciones animadas, pero el sonido no era bueno y las guitarras sonaban como máquinas de factoría. Fue cuando tocaron una pieza más bluesy y relajada que Holly Golightly empezó a cobrar forma como lo que es: una intérprete carismática. Introducía siempre las canciones con unas frases o un diálogo con su acompañante, un tipo con voz a lo Eugenio que iba diciendo cosas como “vamos a cantar un tema sobre la violencia doméstica, algo que no nos gusta pero somos buenos en ello” o “estoy trabajando en un avión basado en mi polla, es bastante doloroso”. Hacia el final, la actuación fue mejorando en color y hubo buena voluntad y armonía por parte de todos. * * * * * *
La organización se empecinó en tratarnos como ganado. Nos quedamos entre 50 y 100 personas para ver a The Swell Season, pero fuimos instados a abandonar la sala. Al pobre empleado le dije que sabía que la culpa no es suya, y que entendía la medida como apropiada para Portishead o Nick Lowe, pero que para Swell Season era un sinsentido. A la salida, claro, había que volver a hacer cola. Ni hablar.
* *
A las 18:15, Grande-Marlaska apareció en el escenario. Los esperaban a pie de pista 4 personas, contadas. Cuando sonaron sus primeros acordes, empezó el goteo de espectadores, que rondaba el centenar al final de la primera estrofa. Igual en total los acabaron viendo 300 personas. En ese escenario, con unas condiciones de calor y de sol que molestaban a todos (una de las cantantes así lo hizo notar), Grande-Marlaska ofrecieron un concierto cumplidor pero monótono. Durante las primeras canciones, las voces eran inaudibles, lo que perjudica seriamente a quienes juegan en la división del rock comprometido. Al menos, “Caza menor”, interpretada al final del concierto, sonó bien. * * * * * Pasearse por los stands de la feria es una experiencia deprimente. CDs que nadie compra, merchandising disparatado, camisetas mal expuestas, dependientes en actitud de paciente espera. Hay excepciones, claro. * * *
Los suecos The Mary Onettes ofrecieron un buen show. Con mucho de The Cure, algo de Stone Roses y un cantante que admira a Morrissey, estuvieron muy correctos en un concierto ofrecido junto al mar. El cantante dijo que era la primera vez que actuaba junto al océano, pero claro, es a lo que debe estar acostumbrado… * * * * * * *
Pocos minutos después, No Age demostraban su aversión al silencio con una estruendosa formación compuesta únicamente por un guitarra y por un batería que además cantaba… bueno, que intentaba hacerse oír entre su propio muro de notas. Durante los primeros minutos despierta admiración tanta eficiencia, y suenan magníficamente, pero al cabo de media hora todas las canciones empezaban a resultar muy parecidas. Y dolía la cabeza. * * * * * *
El Canal Nostalgia vende, y The Sonics consiguió congregar una numerosa audiencia. Básicamente, la de aquellos que no podían (o no querían) ir al concierto de Portishead en el Auditori a esa misma hora, que sin duda para sus asistentes será lo mejor del festival. Dicho esto, The Sonics aguantó muy bien el tipo. La conjunción de miembros viejos (su primer disco es de hace 43 años!!) y nuevos valores fue buena y ofrecieron una actuación más que digna. Los predecesores del punk rock y del garage fueron desgranando temas animados y bailongos, pero se guardaron los tres cañonazos para el final: “Psycho”, “Louie Louie” y “The Witch. Se ganaron a pulso ser vetados en el Festival de Cap Roig. * * * * * * *
Sebadoh actuaba en un escenario gigantesco para el tipo de banda que es: una formación de vocación segundona que, si alguna vez fue pionera de algo, ha sido superada reiteradamente por otros que han hecho lo mismo que ellos pero diferente o abiertamente mejor. Su indie-rock pasó sin pena ni gloria y nuevamente debe ir a la repesca. * * * * Los que han visto más veces a Devo dicen que ofrecieron el mismo show de siempre, pero para los que los vimos en directo por primera vez la verdad es que fue una gozada. Se adueñaron del escenario Estrella Damm y ejecutaron su rock bailable con admirable precisión. Convenientemente uniformados, tiraron cascos a la audiencia y cuando a mitad del show gritaron aquello de “Are We Not Men?” la gente respondió, claro, con “We Are Devo”. Se quitaron los uniformes y asomó una indumentaria negra más deportiva. Son cincuentañeros con buen humor, que hasta pusieron una imagen de ellos de jóvenes mientras hacían un pequeño descanso. Al final del show, muy cerca del clímax, alguien debió tocar el botón que no era o pisar un cable y los altavoces dejaron de emitir. El público silbó para hacerse notar. Cuando finalmente se dieron cuenta de lo que pasaba, Devo reaccionó con aplomo y profesionalidad. Ya saben de qué va esto. * * * * * * * *
Cat Power toca versiones y suena bien acompañada de una banda de soul-rock. En el escenario matagigantes Rockdelux, Chan Marshall no podía jugar en la liga de las intérpretes frágiles al piano. De hecho, si la cosa se volvía íntima, de fondo se podía escuchar la aportación poderosa de los progresivos Fuck Buttons. Así que Marshall recorrió varias veces el escenario de punta a punta, enseñó los colmillos, sorprendió, pero hasta su fan más incondicional debe admitir que Cat Power naufragó. Su voz sonaba sin matices, plana, vulgar, quizá más por cuestiones de acústica que de interpretación. De todas formas, entre su versión de “(I Can’t Get No) Satisfaction” y la de Devo pocos minutos antes, no hubo color. Sonó bien “The Greatest”, pero sin esos arreglos a lo Mancini que la han hecho grande. Hay que reconocer que Marshall lo ha intentado, pero aprueba por los pelos. * * * * *
The Go! Team venían a presentar sus dos álbumes. Teniendo en cuenta que funcionan como banda desde su trabajo más reciente, aún les quedan elementos por engrasar. Pero su combinación de pop-rock y electrónica, bien tocada, tiene gancho. Una de sus vocalistas (una negra muy deseable) demostró que su vocación era la de monitora de gimnasio e hizo un derroche físico tremendo. Tras las esperadas “Ladyflash” y “Doing It Right”, confesó que tal vez se quedaría sin voz en la última canción, que además presentaron como nueva. Pero bueno, no fue para tanto. * * * * * * *
El Guincho se presentó con una camiseta de mercadillo, unas bases pregrabadas y una batería. Armado únicamente con una baqueta, mientras por los laterales se veían repetitivas imágenes llenas de colorido, El Guincho ofreció un espectáculo casi chamánico. Su apuesta era baila o muere, y hay que reconocer que muchos de los presentes no bailaron. Pero para mí fue una auténtica gozada: tropicalismo rítmico desbordante de buenas vibraciones. Acabé bailando como un indio. * * * * * * * *
Holy Fuck, dos mezcladores y un guitarra, estuvieron eficaces en su show electrónico. Pero a esa hora, avanzadas las 5 de la madrugada, el espectáculo no estaba en el escenario. * * * * * * * Es ese momento en el que todo el mundo te saluda, en el que las chicas arriman su culo hacia ti y bailan hasta que por su propia condición tropiezan y casi se desnucan, en el que el ejército de las tinieblas muestra incontables bajas en el suelo. Mientras escribo estas líneas, muchos de los presentes allí estarán viviendo una Holy resaca. Por supuesto, me tiraron los trastos… un tío. “Are you…?”. Le di una palmada en el brazo y le respondí, antes de salir disparado: “I am not Devo!!”. SÁBADO He de agradecer a Transports Metropolitans de Barcelona la magnífica vista de la parada de Tram de Glòries que vi durante más de 15 minutos porque no pasaba ningún vehículo de la línea que nos llevaba al Fòrum. Por ello me perdí los primeros minutos del mejor concierto del Festival: Bon Iver. Venían a presentar “For Emma, Forever Ago”, con dos guitarristas y batería. El cantante, Justin Vernon, habla con una voz normal tirando a grave, pero canta casi en falsete con gran naturalidad. Al principio animó a la audiencia a corear, obteniendo cumplida respuesta, pero pronto se vio que ninguna experiencia podría mejorar el silencio de admiración, o de asombro, ante lo que acontecía en el escenario del Auditori. Dio una lectura algo más eléctrica de sus temas, mientras su sobrecogedora voz sacaba el máximo provecho de una acústica, ésta vez sí, impecable. “For Emma” puso fin a una experiencia inolvidable. Queda claro que la fórmula ideal es comprar los discos de Iron & Wine y acudir a los directos de Bon Iver. * * * * * * * * *
A las 5 de la tarde lloviznaba débilmente. Pocos paraguas se desplegaron en la pista del escenario ATP mientras actuaba Times New Viking, que presentaban su ruidoso “Rip It Off”. Su front-man canta y toca el órgano, mientras batería y guitarra rivalizan por ensordecerse mutuamente. Pero el guitarrista notó que algo fallaba, intentó durante un minuto ajustar el instrumento, sin éxito, y acabó lanzándolo al suelo como un tenista enfadado tras perder un punto. El público estaba atónito, y el del órgano trataba de calmar a su compañero y tocaba notas para ganar tiempo. Sacaron otra guitarra, pero al guitarrista no le acabó de gustar nunca. El front-man acabó con tortícolis de tanto mirar atrás, estilo Fermín Cacho. El concierto no estuvo mal pero claro, visto lo visto, pudo ser mejor. * * * * * *
Cerca del final del concierto de Madee su líder informó que había “poblemas” en el escenario, pero fueron muy poco relevantes para el que los viera por primera vez. La banda funciona en el escenario con la misma solvencia que en sus trabajos de estudio. El cantante se autodefinió como “sosainas” por no hablar mucho, pero su rock alternativo con ecos de Sunny Day Real Estate habla bien por sí solo. * * * * * * *
Okkervil River estaban ensayando incluso antes del concierto de Madee, pero no les sirvió de mucho, porque tuvieron bastantes problemas de sonido, de los que ellos mismos se quejaron. Su propuesta de electrificación del folk-rock fue a la deriva al principio del concierto, pero recuperó el rumbo a partir de esa canción que tiene incorporada la melodía del “Sloop John B” de The Beach Boys, que enlazaron con lecturas magistrales de “Our Life Is Not a Movie or Maybe” y “For Real”. Mientras la espalda de la camisa del cantante estaba empapada en sudor, llegaron al final con una canción en castellano, una versión de “No tiene cara la maldad” de Westfall. Apuntaron que era el último concierto de uno de sus miembros, un tal Charles. “You’re fired!”, bromeó el cantante. “I quit”, respondió el interpelado. * * * * * *
Tenía pocas esperanzas de ver a Young Marble Giants, pero lo intenté. Había dos colas increíblemente largas, tanto la de los que tenían preferencia como la de los que iban sin ticket. Aquí saqué la pulsera de prensa a relucir y conseguí el objetivo deseado, aunque cuando entré ya habían apagado las luces y bajé las escaleras dando tumbos. Me dirigí hacia la puerta de salida de un lateral, donde me guiaron hacia una plataforma a la que me encaramé y desde la que pude ver, incómodo pero contento, media hora de concierto, desde “Wurlitzer Jukebox” hasta el final. Allí estaban 4 músicos realmente ajenos a cualquier lucimiento o protagonismo personal, aportando cada uno su granito de arena a una banda de new wave de suave trotar y líneas cristalinas. Aun reciente la completa reedición de su clásico “Colossal Youth”, su actuación fue un fiel reflejo, casi nota por nota, de los temas del mismo. Entusiasmó a los fans, claro. * * * * * * *
La ventaja de situarme al lado de la salida era que llegué sin problemas a ver que el piano en el escenario Estrella Damm aún estaba solo. Ya había mucha gente esperando (cacé al vuelo un comentario sobre el hostión en escena del guitarrista de Buffalo Tom). Rufus Wainwright no se hizo esperar mucho. Ofreció su cara menos barroca, más íntima. Él solo alternando el piano y la guitarra, sus divagaciones y sus canciones. “The Art Teacher”, “Maker Makes” (tema incluido en “Brokeback Mountain” que dedicó al fallecido Heath Ledger), “Beauty Mark”, “Sanssouci” (con todos coreando el “tonight” del final), “Gay Messiah”, “I’m Not Ready to Love”, “Going to a Town”, el tema nuevo “Who Are You, New York?” (fucking hard to play, como él mismo dijo, pues necesita dedos muy ágiles sobre el piano), “Leaving for Paris”, “California”, “Want”, “Matinee Idol”, “Little Sister”, una canción nueva sobre el ambiente de las high-school (algo así como “Zebylon”, pero si alguien me echa una mano…), “Cigarettes and Chocolate”…. y un tema final. Prometió no cantarlo más, porque no era suyo, sino de un tal Leonard Cohen, al que varios minutos antes Rufus había elogiado y había instado a la audiencia a ir a sus conciertos por Europa. “Hallelujah” fue ampliamente celebrada y fue un gran fin de fiesta. Rufus exhibió su talento natural, ése que desprende casi sin aparentar esfuerzo. Afirmó sentirse un alien en el festival, pero bueno, quién no lo era. * * * * * * * *
Seis acompañantes flanqueaban a Enrique Morente mientras entonaban a capella las primeras notas de “Martinete”, aunque finalmente lo llevaron por otro camino. No era el dia de soñar la Alhambra, sino de recrear “Omega”, el mejor disco en castellano desde la existencia de Naranjito. Guitarristas, palmeros, bailaores y los componentes de Lagartija Nick secundaron espléndidamente a un Morente comodísimo en un gran escenario ante público indie. Tras “Solo del pastor bobo” se permitió un tema del que ignoro su procedencia y que empieza “Cuando un hombre ya no es hombre las lágrimas deja caer…”. No hubo más veredas: atacó directamente la portentosa canción “Omega”, la versión de Cohen de “Aleluya” (Rufus, 1 – Morente, 1), “Vuelta de paseo” (yo ya estaba levitando), “Manhattan” (más Cohen), “Ciudad sin sueño” (con un final vibrante), “Pequeño vals vienés” (Rufus creo que no sabía que tenía el espíritu de Cohen tan cerca) y remate magistral con “La aurora de Nueva York”. Concierto mayúsculo. * * * * * * * * * El cielo estaba anaranjado, señal de que las luces de Barcelona se reflejaban en las nubes amenazantes de tormenta. Mientras tanto, a mí me iba de perlas, porque mejoraba la visibilidad. Me acerqué un poco al escenario CD Drome para ver los últimos veinte minutos del concierto de los hip-hoperos Clipse. No tienen tanto cartel ni fans como De la Soul, pero lo que vi de su actuación me pareció bastante más adecuado. Los dos líderes de Clipse mostraron energía para defender himnos como “Wamp Wamp (What It Do)” y “Mr. Me Too”. Anunciaron que sacarían un nuevo álbum en otoño… y puedo decir que el único que gritó de júbilo al oirlo fui yo. Deberían haber dicho algo como: “this album will come this fall in Barcelonaaaaa…” y la gente hubiera respondido, fijo. * * * * * * *
Entre Tindersticks y Les Savy Fav, escogí Tindersticks. Creo que la próxima vez no me equivocaré. Los de Stuart Staples ofrecieron un show bastante tibio en el que presentaron buena parte de los temas de su reciente y discreto trabajo “The Hungry Saw”. Al menos no olvidaron sus temas más destacados, “Yesterdays Tomorrows” (al principio) y “Boobar” (hacia el final). El escenario estaba prácticamente tan lleno de músicos como minutos antes con Morente, pero aquí acaban las comparaciones. Mientras un tipo se desgañitaba pidiendo insistentemente que tocaran “Marbles”, Stuart Staples, deambulando y mirando constantemente al cielo como si tomara el sol, iba a lo suyo. Sí que se permitió algunas concesiones al pasado, entre ellas la preciosa “Travelling Light”, pero como no estaba la cantante de los Walkabouts, el propio Staples cantó su parte y cambió el “I am…” de ella por el “She is…”. Y p’alante. * * * * * *
En el escenario Estrella Damm, los Animal Collective presentaban su propuesta de neo-psicodelia. Como ya he dicho en este weblog, a mí no me gustan, pero tenía ganas de verlos en directo, por si entendía el secreto de su éxito. El año pasado, la puesta en escena portentosa de Modest Mouse cambió totalmente mi opinión sobre ellos, ahora favorable. Sin embargo, no tuve tal revelación con Panda Bear y sus secuaces. Creo que la prensa musical los ha sobrevalorado muchísimo, y su directo ni creó ambiente, ni hizo bailar, ni hizo gozar con sus melodías. Admito que su miel no está hecha para mi boca, pero me permito decir que el rey está desnudo y que me quedo con mis CDs polvorientos de Mercury Rev, The Incredible String Band o The Flaming Lips. * * *
Comparado con Animal Collective, Simian Mobile Disco es más primitivo que la danza junto al fuego. Sin embargo, consiguió agitar a buena parte de los presentes, y eso que quemó su conocido “It’s the Beat” al poco de empezar. Ofreció prácticamente una hora y media de show, que acabó con un tema guitarrero y con una canción que parecía sacada de un musical de los años 30. * * * * * * *
Mientras sonaba esta despedida, la gente ya se había empezado a dispersar porque, finalmente, empezó a llover. Eran las 5 menos 5 de la mañana, y en poco tiempo la lluvia se volvió bastante intensa. Los que llevábamos paraguas o capuchas alcanzamos fácilmente la salida, mientras el resto, supongo, esperaba a que escampara. Mientras recorría el trayecto en Tram hasta Glòries, sin embargo, llovía a cántaros.
Balance:
- Gasto: 38 euros (5 pizzas, un kebab y 9 coca-colas).
- Conciertos con problemas de sonido manifiestos o confesados por los intérpretes: 5 (Holly Golightly, Devo, Times New Viking, Madee, Okkervil River)
- Conciertos vistos enteros: 19
- Otros conciertos vistos durante más de veinte minutos: 9
- Horas en el Parc del Fórum: 35 CUADRO DE HONOR Diploma olímpico:
- Devo
- El Guincho
- The Notwist
- Public Enemy
- Rufus Wainwright Pódium:
* Bon Iver
* Enrique Morente (y Lagartija Nick y compañía)
* Portishead
* Primavera Sound 2007
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Recomendaciones primer cuatrimestre 2008
Javi
13:43h
* Los Campesinos! – Hold On Now, Youngster…
En la música, como en el cine, se tiende a infravalorar lo cómico y divertido con expresiones como “entretenimiento superficial”. Al infierno: Los Campesinos! necesitan apenas 15 segundos para hacerte bailar, dar palmas, corear... en suma, una excusa para emitir buenas vibraciones. Indie pop de categoría, a poner en el estante junto al “Mass Romantic” de The New Pornographers. * Atlas Sound – Let the Blind Lead Those Who Can See But Cannot Feel
Jugando en la zona hipotensa del rock experimental, Atlas Sound ha conseguido un disco de los que te puedes poner en cualquier momento. Para estudiar, para relajarse, para escuchar con matices, para dejarse acariciar por la voz de Bradford Cox o intrigar por sus texturas, “Let the Blind…” siempre puede encontrar un hueco para salir delicadamente de los altavoces. * Erykah Badu – New Amerykah Part One (Fourth World War)
El último disco de Erykah Badu es algo parecido a un “OK Computer” de la música negra. Funk, jazz, soul, hip-hop, todo bien digerido. Instrumentación a veces agresiva, pero cualquier herida es rápidamente cauterizada por la voz de Erykah. Los fantasmas de Curtis Mayfield y J Dilla pululan por un disco recargado pero adictivo. Prince lleva años deseando hacer un álbum como éste... o eso se supone. * Airbag – “Alto disco”
El surf y el punk-pop no son nada nuevo, pero cuando sale algún buen intérprete de blues y de sevillanas nadie le exige que sea más original. A lo que vamos: en este álbum hay muchas buenas canciones para corear y saltar. Airbag transmite energía y dinamismo y sus textos sobre las relaciones chico-chica suenan tremendamente frescos. “Spoiler”, “Cómics y posters”, “Tus rechazos golpean dos veces” o “Ahí viene la decepción” tienen el sabor de los himnos. * Sun Kil Moon – April
Éste es un disco tocado al trote, metódico, con unos puentes sutiles y delicados. Imaginen a Neil Young queriendo sonar íntimo con su guitarra eléctrica, introduciendo guiños a Nick Drake, y quizá nos acerquemos a describir “April”. Sobresale un tema catedralicio de más de 10 minutos, “Tonight the Sky”, que en repetidas escuchas del álbum se revela como un primum inter pares. Muy grande. * The Charades – En ningún lugar
Son los 24 minutos más luminosos que ha dado el pop español reciente. Esta banda lo hace fácil, rápido, bonito, como si cualquier mocoso pudiera hacerlo recién levantado y con legañas. Tres chicas y un chico que no son Phil Spector, no son The Byrds, no son Nosoträsh, ni falta que les hace. “En ningún lugar” contiene 10 píldoras, ninguna superior a los 2’35”, todas de efectos inmediatos y prolongados. * Portishead – Third
Los dos primeros álbums de estudio de los de Bristol se oían bien, incluso tenían momentos brillantes. Muchos esperaban ansiosamente su vuelta. Yo no estaba entre ellos, pero ahora he de admitir que ahora sí que deseo fervientemente que hagan un cuarto. “Third” es laberíntico, enigmático, cálido, poético, y todas esas palabras esdrújulas que se deben poner junto a magnífico.
* Jaume Sisa – Ni cap ni peus
Jaume Sisa vuelve a ofrecer un artefacto de desquiciamiento muy trabajado. Ya en la contraportada del álbum, el orden de las canciones está puesto de forma aleatoria, y en el interior, buscar las letras supone un reto. En lo musical, sin embargo, la colaboración entre la prosa extraterrestre de Jaume Sisa y el mimo en la producción de Joan Miquel Oliver (Antònia Font) ofrece el resultado más sólido que se puede encontrar por estos pagos. Ah, y por supuesto, este weblog no podía dejar pasar inadvertido "Aquest any follarem com folls"... * Segundo cuatrimestre 2008
* Tercer cuatrimestre de 2008
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Nick Cave & The Bad Seeds en el Pavelló Olímpic de Badalona, 25 abril 2008
Javi
11:37h
Badalona, 21:10.
-¡Cuánta gente! ¿Qué pasa aquí?
- Un concierto.
- ¿Españoles o extranjeros? La cosa no empezó del todo bien. A las 21:15 había una larga cola de un centenar de metros a la puerta del Pavelló Olímpic de Badalona, debida a la confusión sobre el acceso de los asistentes al concierto a sus localidades de asiento. Una vez dentro del recinto, la pista estaba bastante llena y encontré acomodo cerca de la mesa de sonido. Sonaban por los altavoces piezas de blues añejo y pasaba el tiempo. Con veinte minutos de retraso sobre el horario previsto, salieron los artistas a escena. Desde mi posición no pude precisar exactamente la cantidad de músicos que había, pero fue fácil observar que había tres tipos dedicados a la percusión: dos baterías y otro con una especie de tambores. Se prometía ruido.
Un redoble de tambor y unos efectos de sonido dieron paso a “Night of the Lotus Eaters”. Nick Cave salió agitando la pandereta, moviéndose como Mick Jagger, agitándose. “Today’s Lesson” mostró que la banda tenía la maquinaria engrasada y que Nick Cave trabajaba la voz a pleno rendimiento. Presentó la tercera canción con un breve discurso sobre su protagonista, y resultó ser “Red Right Hand”, el primer tema del concierto que no pertenecía a su reciente “Dig, Lazarus, Dig!!!” (mirada atrás hacia “Let Love In”). Inmediatamente sonó la canción titular de su último trabajo (por si alguien no lo tenía claro, una proyección de “Dig, Lazarus, Dig!!!” era claramente visible tras la banda). En total, a lo largo de la actuación sonaron 8 de los once temas de "D, L, D!!!".
Tras “Tupelo” y sus ooh ooh, Nick Cave empezó su retahíla de agradecimientos a Barcelona. De Badalona, ni palabra, oiga. “Moonland” mostró varias velocidades y fue uno de los grandes temas de la noche, que Cave remató con un pequeño discurso: “¿Os gusta esta canción? A otros, no. Mi madre piensa que es una mierda. No me gusta ésa. Ella tiene 82 años. Ésta es para mi madre”. Con esto último se introducía la delicada “The Ship Song”. Después llegó uno de los momentos que yo esperaba: ponerme brutote con “We Called Upon the Author”. Los fans de las primeras filas debían andar algo excitados, porque al acabar el tema Cave se dirigió a alguien que tenía enfrente en los siguientes términos: “¿Qué? I don’t understand a fucking word you are saying!”. Sin más preámbulos, entró “Your Funeral… My Trial”. La cosa parecía que podía cambiar de registro, pero no, Nick Cave vendió él mismo su último álbum y sonó “Lie Down Here (& Be My Girl)”, cuyo final apoteósico fue también un gran momento de la noche. A partir de aquí empezaron a hacerse más patentes ciertas indecisiones sobre el escenario entre canción y canción. Sonó “Jesus of the Moon” y la coreada “Deanna”, y después Nick Cave pronunció las palabras más terribles de la noche: “I’m surrounded by fucking amateurs! (un largo segundo) Sorry, I am joking”. Y acto seguido, presentó a los músicos, algunos especialmente jaleados. “Papa Won’t Leave You, Henry” y “More News from Nowhere” condujeron a buen ritmo al concierto al final de su primer tramo, de apenas hora y cuarto. A la vuelta del primer bis, Nick Cave quiso hacer mención a la actuación que habían tenido él y su banda en San Sebastián 24 horas antes, y dio instrucciones para corear oh, mama en el momento adecuado. El resultado final acabó siendo un poco anárquico, pero “The Lyre of Orpheus” sonó bien con el acompañamiento popular. Inmediatamente, el poderío de “Get Ready for Love” arrasó con todo, con el excelente impulso de la banda. Nick Cave volvió a rescatar un tema de “Your Funeral…. My Trial”, concretamente “Hard On for Love”, y dio por concluido el primer bis. La espera se hizo larga. Si a eso añadimos el retraso inicial y algunos titubeos entre canción y canción, la dinámica del concierto se vio a ratos perjudicada. Eso sí, tema por tema, excelente. Aún no habían sonado algunos de mis favoritos del australiano. Yo esperaba que sonara “Into My Arms”. Tal vez no con la pasión que mostraba una mujer que chillaba exigiéndolo desde el fondo de la pista a grito pelado, pero me alegré igualmente cuando a la salida del segundo bis sonó, claro, “Into My Arms”. Momentazo de la noche, sin duda. Nick Cave ya iba sin chaqueta y mostraba su camiseta roja. Pero no iba a sudarla mucho tiempo más: “Stagger Lee” puso punto final a un concierto de una hora y tres cuartos (contando las pausas). Fue un buen concierto, pero a este veterano de la escena se le podía haber pedido más. Eso sí, bastaron para redondear la noche una cerveza y una rosa.
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