viernes, 28. mayo 2010
Apuntes del Primavera Sound 2010

JUEVES 27 DE MAYO

La bienvenida no está del todo mal, sólo he de esperar 20 minutos para acreditarme. Y después, casi 40 minutos para comprar tickets de bebida. Había 6 largas colas, pero avanzaban muy lentamente. Lo hubiera dado por bien empleado si hubiera visto a The Books, pero no pudo ser. Tres miembros del staff de la organización impedían que la gente se acercara a los alrededores del escenario ATP, apuntando que la actuación se había suspendido. No más detalles, que tampoco figuraban en la web de la organización al día siguiente. Aun así, había mucha gente que se quedó esperando por los aledaños. Pero yo me rendí: The Books, no presentado.

* *

Cuando llegué al escenario donde actuaban The Wave Pictures, éstos estaban elucubrando sobre qué pudo pasar para que una actuación en Alemania les fuera mal. La tendencia irrefrenable del cantante a hacer una stand-up comedy constantemente delatan sus inicios en los pubs ingleses. Se mostraron particularmente interesados en si al público le gustaban los solos que estaban tocando. Algunos temas tienen largos desarrollos instrumentales, sí, pero desde luego su principal problema no es de ejecución, es de planteamiento. No ofrecen nada nuevo y no tienen ninguna baza que les haga destacables de tantas otras bandas con un cantante con guiños a Morrissey y unos músicos que rescatan elementos de los 60 y los pasan por el prisma de gente desacomplejada como The Violent Femmes o The Modern Lovers. Del montón, por no decir unos pesados de local pequeño.

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El fan más acérrimo de The Wave Pictures debió pensar que The Fall, casi sin pisar aún el escenario, sonando con una larga introducción de melodía ruidosa y machacona, estaba a otro nivel. Había muchísima gente y desde mi posición apenas podía ver a Mark E. Smith, pero si me hubieran dicho que había subido al escenario el cantante de los B-52’s me lo hubiera creído. He de admitir que nunca he sabido cómo acercarme a The Fall, cuando los escucho me siento más expulsado que integrado en su música. El inicio de sus temas me ilusiona, pero después no sé hacia dónde van ni por dónde quieren pasar. Algunos pasajes me atraen, otros no, así que decido cambiar.

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Titus Andronicus no son mejores que The Fall pero son más amigables y fiesteros. Sus acelerones punk-rock provocaron aclamaciones del público al principio. Pero la cosa se empezó a torcer. El sonido de su directo tendía a homogeneizar los matices de sus trabajos de estudio y, sobre todo, el cantante daba señales a los 10 minutos de que la voz tal vez no le duraría todo el concierto. No tengo pruebas de lo que voy a decir, pero para que me entiendan, berreaba como un borracho acabado de desperezar. Cuando llegó la canción que se llama como ellos, “Titus Andronicus”, los catárticos alaridos que se oyen en el disco nos los tuvimos que imaginar porque el vocalista ya no daba para más. Cuando yo me retiraba, su voz tenía dos tonos menos como mínimo. Y se acabó el sufrimiento.

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Una nubecilla negra dejaba caer gotas aquí y acullá. Cuando The XX subieron al escenario y empezaron a tocar su “Intro” instrumental, esas gotas se hicieron más gordas. Abandoné mi cómoda posición en la grada para poder bajar al suelo y allí abrir el paraguas causando el menor impacto posible. “Crystalised” llegó demasiado pronto, tanto por la meteorología como por la propia banda, aún algo fría. No tardó en llegar “Islands”, ante la indiferencia de los que me rodeaban, que estaban muy interesados en sus propias conferencias. Llegué a temer haberme metido en un colectivo de enfermos de logorrea. Probablemente el concierto comenzó de verdad con “Shelter”, donde ya se percibían nítidamente esas melodías cristalinas marca de la casa. Fue un concierto de menos a más, donde su atmósfera casi sagrada se fue consiguiendo paso a paso, lo que favoreció a temas como “VCR” y sobre todo “Infinity”. Bien, pero no de premio.

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Mi primer contacto con los eternos segundones Superchunk se puede calificar de satisfactorio. Tiraron de buen oficio desde el primer minuto y a su líder Mac McCaughan se le veía contento con su rock energético, dando botes de punta a punta del escenario. Tienen 20 años de trayectoria y anunciaron que en septiembre sacan nuevo disco, presentando una canción que no desentonaba para nada en el nivel general del concierto. Hacia al final de la actuación, subió al escenario Tim Harrington de Les Savy Fav, con más carisma que barriga, y se hizo momentáneamente el amo del lugar. Pero no eclipsando, sino sumando a la profesionalidad de Superchunk. Veteranos con dignidad y buen hacer, que no necesitaban trucos baratos como dedicar un tema a Messi o decir frases ridículas en castellano (“Quiero dos vasos vino blanco”).

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Broken Social Scene me aburrieron. Yo me compré en CD “You Forgot It in People” y he seguido con cierto cariño sus posteriores trabajos “Broken Social Scene” y “Forgiveness Rock Record”, pero su concierto no me gustó. No es que fuera nada particularmente mal, pero las voces no eran claras, las melodías eran trotonas, lo que ellos pretendían que fuera matizado sonaba plomizo… El gran aliciente era ver si tantas personas en el escenario Ray-Ban podían chocar entre ellas en algún momento, pero nada. Además, volvía a lloviznar. Momento ideal para alimentarse.

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Bajo techo no se percibía la lluvia, pero había un vientecillo frío que me hizo pensar en la cantidad de bellas mujeres que habían lucido piernas bien depiladas durante toda la tarde. En esas consideraciones estaba cuando The Big Pink empezaron su show. El dúo londinense de electro-rock sacaron desde el principio su muralla de sonido, y no estaba del todo mal, pero al cabo de media hora se hizo bastante repetitiva. Uno de los músicos pidió palmas para acompañar un tema, sin mucho seguimiento popular. Me marché sin esperar si tocaban o no su hit “Dominos”.

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Pavement empezaron bien, la verdad, con “Cut Your Hair” y “Trigger Cut”. Y sin rastro de lluvia. Tan buenos augurios para uno de los tótems del rock independiente de los noventa no tuvieron el desarrollo esperado. Aunque temas como “In the Mouth a Desert” podían hacer creer que no, me sentí ante una emisión del Canal Nostalgia, pensando “fue bonito”. Como había pasado tres horas antes con Superchunk, hubo otro invitado especial que subió al escenario San Miguel, pero Kevin Drew de Broken Social Scene pasó como poco más que una anécdota. Y como Pavement nunca fueron vitales para mí, tomé una decisión.

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Cambié de sitio para presenciar la actuación de Sleigh Bells, y no tardé ni treinta segundos en concluir que no me había equivocado. Sólo vi a dos personas en el escenario Pitchfork, supongo que habían dejado bastante material programado, pero me daba igual. Son un duo de Brooklyn que combina pop, electro, hip-hop, punk, metal, en una batidora demencial. No hace falta decir que el traje ceñido de Alexis Krauss, sus gritos de posesa, sus posturitas y el hecho que se quitara maravillosamente la chaqueta (y creo que los zapatos) influían positivamente en mi ánimo. Pero las distorsiones guitarreras de Derek Miller son algo más que un acompañamiento. Cuando acabaron el show con “Crown on the Ground”, todo el mundo estaba encendido. Después hubo un bis en el que salió Alexis sola, y aunque no fue lo mismo sí que fue bastante digno. El concierto se hizo muy corto. Cuando salía de allí, vi por una pantalla que Pavement aún estaban tocando “Range Life”, y me parecieron funcionariales respecto a lo que acababa de ver.

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Fuck Buttons inició las hostilidades con “Surf Solar”. Estos dos tipos de Bristol no tienen que nada ver con el trip-hop del pasado de su localidad: no creo que nadie se escandalice si etiqueto a esta gente como una banda de electrónica exorcista. La combinación de un fan de Mogwai con otro de Aphex Twin sólo podía dar este resultado: temas largos, intensos, progresivos, aplastantes. Por cierto, mucho mejor este show que el que hizo Aphex Twin el año pasado en el mismo escenario. La puesta en escena es tan poco atractiva como dos tipos frente a unas máquinas, pero el que quiso entrar en su mundo lo gozó con total intensidad durante 80 inmisericordes minutos, donde también tocaron "Emergency on Planet Earth". Fiables.

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No me atrajo tanto la posibilidad de bailar frente a unos pinchadiscos como la de volver a mi cama, a reposar unos pies cansados. Apenas me había sentado en las últimas 10 horas, y eso se notaba, vaya que sí. Si al menos no hubiera llovido con The XX….

VIERNES 28

A pesar de que había descansado bien y me movía con rapidez, no llegué a tiempo de ver el principio del concierto de Cohete. Cuando llegué había unas decenas de personas, cosas de estar a primera hora en un escenario periférico. En su formación de 6 músicos destaca la presencia de dos trompetas, que dan personalidad y calidez a su propuesta. El escenario aún les venía un poco grande, pero teniendo en cuenta que son un grupo debutante salvaron el expediente, y cuando terminaron de tocar “El Club Cocina” dejaron una buena impresión.

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Desde la otra punta del Fòrum escucho las notas de “Bones of an Idol”, pero debe ser un ensayo. Porque es un ensayo, ¿no?, ¿eh? ¡The New Pornographers no pueden empezar sin mí! Cuando finalmjente aparecieron a la hora señalada, ahí había 7 músicos. A. C. Newman enfrente, Kathryn Calder y su elegante vestido claro de falda corta a la derecha… y no estaba la barba de Dan Bejar ni la melena de Neko Case. Lástima, porque eso dejaba fuera algunas composiciones. Lo que no faltó fue el espíritu de conjunto, el pop vitalista y juguetón y las excelentes armonías vocales. Ahí estaban “Sing Me Spanish Techno”, “Up in the Dark”, “Use It”, “The Laws Have Changed”, “Crash Years”, “All the Old Showstoppers”, “Sweet Talk, Sweet Talk”, “Challengers” (momento más lento en el que el público no acabó de entrar), “Testament to Youth in Verse”, “Your Hands (Together)” (que Newman vendió como ‘es un estilo Black Sabbath, y que fue explosiva), “My Rights Versus Yours”, “A Bite Out of My Bed”, “The Slow Descent into Alcoholism” (¡himno!), “Moves”, “Mass Romantic”, y finalizaron con “The Bleeding Heart Show”. No sólo no tocaron “The Bones of an Idol”, sino tampoco, pongamos, “Letter from an Occupant”. Pero son adorables. Newman declaró que los Pixies fueron una de las razones por las que formó una banda.

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El concierto ha durado lo suficiente para que no me plantee ir a escuchar a Scout Niblett. Al pasar por allí, veo que ha hipnotizado al público, y los que ocupan posiciones de suelo están sentados. En contraste, Thee Oh Sees y Nueva Vulcano se dedican a perforar los oídos del personal, estos últimos con algo más de gracia.

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Spoon, en formación de tres, con un rock cada vez más rítmico que melódico, abrieron con “The Beast and Dragon, Adored”, “Nobody Gets Me But You”, “The Way We Get” y “Got Nuffin”. Admito que a partir de aquí entré en una fase tibia de no saber qué me estaban queriendo ofrecer, hasta que “Written in Reverse”, “Don’t Make Me a Target” y “Trouble Comes Running” vinieron a sacarme del limbo. También sonaron, cómo no, “The Underdog” y “You Got Yr. Cherry Bomb”, pero me quedé con la sensación de que yo esperaba más de este concierto. El último disco tiene un tono de “nos hemos divertido pero ahora estamos probando otra cosa” que no sé si me convence. No hay tarjeta, pero sí amonestación verbal.

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Estaba perdido cuando las notas de “Walk in the Park” me guiaron hasta el escenario donde ya había empezado la actuación de Beach House. Los alrededores del concierto estaban a reventar, y hasta con prismáticos hubiera tenido problemas para verlos. Me consolé con el hecho de que su sonido llegaba nítido y de que así estaba mejor posicionado para dirigirme rápido a la próxima actuación, la de Wilco. Fueron cayendo temas como “Gila”, “Norway”, “Used to Be”, “Zebra”… Beach House maneja bien el equilibrio entre tensión, armonía y un cierto sentido de lo sagrado, pero aún no pueden evitar algunos tropezones con la monotonía. A falta de un cuarto de hora del concierto de Wilco, la desbandada no es generalizada, pero sí incesante. Me quedo sin escuchar “Silver Soul”, si es que la tocaron.

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Wilco había de luchar contra su propio fantasma de la actuación del 2007 en ese mismo escenario, y además tuvo de entrada problemas técnicos con instrumentos que no se oían. La tarea se revelaba como titánica. Tras “Wilco (The Song)” y “I Am Trying to Break Your Heart”, Jeff Tweedy reconoció lo obvio y propuso a la gente cantar una canción juntos… que fue “Jesus, Etc”. Fue un anticlímax descomunal. Sonaba “You Are My Face” cuando decidí buscar nuevos horizontes.

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Japandroids la liaron. Son dos jóvenes de Vancouver e hicieron todo el ruido que un batería y una guitarra pueden hacer para sonar joviales y agradables. Y el cantante tenía un registro de voz que ya quisiera el vocalista de Titus Andronicus. Comentaron que, como su ciudad está muy lejos de Barcelona, no sabrían cuando iban a volver, pero a fe que algunos deberían pedir que vuelvan de rodillas. Fue un espectáculo único. Su disco de debut sólo tiene 8 canciones, y no llegué a escuchar una de mis favoritas (“I Quit Girls”), pero le sacaron todo el rendimiento posible con introducciones, codas y desarrollos inesperados. Es decir: aportando cosas que no están en su disco de estudio. Y fue maravilloso escuchar en vivo y en directo “Crazy / Forever” y el remate con “Young Hearts Spark Fire”. Dieron una lección. Y mientras Japandroids habían sacado todo el provecho de una guitarra y una batería, Jeff Tweedy continuaba cambiando de instrumentos. Llegué para oír “I Am The Man Who Loves You” y para oírle gritar (sin tener ni por asomo la voz del cantante de Japandroids) en una versión salvaje de “Kicking Television”. Definitivamente, Wilco perdió la batalla frente a unos poco conocidos pero maravillosos canadienses.

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Y los que tienen un juego aparte son Pixies. Ahí estaban los 4, ahí se marcaba la silueta oronda de Frank Black. Lo único que se puede decir a partir de aquí es que lo clavaron todo y que no dieron prácticamente tregua. Un concierto modélico, que se desarrolló como sigue (espero no dejarme nada): “Cecilia Ann”, “Rock Music”, “Wave of Mutilation”, “Bone Machine”, “Monkey Gone to Heaven”, “Gouge Away”, “Tame”, “Hey”, “Velouria”, “Dig for Fire”, “Allison”, “Debaser” (¿el mejor tema hasta el momento? Muy difícil de decidir), “Planet of Sound”, “Alec Eiffel”, “Caribou”, “Winterlong (Neil Young)”, “River Euphrates”, “Head On”, “U-Mass”, “Isla de Encanta”, “Broken Face”, “Nimrod’s Son”, “Here Comes Your Man”, “The Holiday Song”, y “Vamos” (que incluyó unas distorsiones con la guitarra en el suelo). Una maravilla, pero aún quedaron para el bis “Gigantic” y “Where Is My Mind?”, que provocó el delirio y que su “uu-uuh” fuera lo más repetido durante las horas siguientes por todo el Parc del Fòrum. Los ‘oé, oé, oéee” no se hicieron esperar.

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Cualquier cosa que siguiera a este derroche de talento iba a suponer un bajón. Ajenos a todo esto, en la otra punta del Fòrum actuaban Yeasayer ante un número alarmantemente creciente de personas. Me perdí la primera mitad, pero tampoco es que nadie estuviera especialmente animado, ni en el escenario ni en el suelo, con los experimentos rock y los worldbeats de los de Brooklyn. Sin embargo, hay que reconocer que el tramo final, que incluyó “Madder Red” y “Ambling Alp” demostró que cuando tienen canciones, esta gente tiene mucha salida.

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Aquí me quedé un rato en la grada del escenario Vice, porque estaba reventado. Llevaba todo el rato de pie desde el concierto de Spoon, es decir, unas 7 horas. A todo esto, Mujeres intentaron hacer su show de rock primigenio, pero no se escaparon de algunos problemas técnicos que sin duda alteraron la buena dinámica con la que habían empezado. Diplo estaba haciendo bailar al personal y cuando pasé por allí cerca estaba utilizando una base similar a “Bucky Done Gun”. Pero yo ya he visto amanecer con Diplo, y mañana tal vez los pies lo pasen peor. Al llegar a la estación de metro “El Maresme / Fòrum” a las 5 de lamañana, una entrada está literalmente saturada.

SÁBADO 29

Por primera vez en esta edición del Primavera el sol pega con fuerza en el Parc del Fòrum. Desde un extremo, en el escenario Vice, me llegan las notas de “She’s My Man” de Bigott. Alrededor de 200 personas (después fueron más) estaban viendo a 5 músicos. En primer término, sentado como un patriarca, estaba Borja Lauda, todo un showman. Se levantó para ejecutar unos extraños pases de jota rumbera junto a un solo de batería, saludó a personas concretas del público presentes en la grada, se abrió los botones de la camisa para que todos aprecieran jocosamente que no pisa el gimnasio, e inició movimientos gráciles y etéreos de brazos que acabaron con su mano en la entrepierna. En el plano estrictamente musical, dominó con soltura los formatos más folk y los más eléctricos, y acabó con una celebrada versión de “Dancing in the Dark” de Bruce Springsteen. Mucho mejor en directo que en estudio, a mi juicio.

* * * * * * *

A las 6 de la tarde, el espacio Minimúsica estaba lleno de colgantes con imágenes de comida, de adultos sentados y de un niño que ya apuntaba maneras de festivalero sin apenas caminar. Tocaban Le Pianc, conjunto pop del tipo Los Fresones Rebeldes. Eran funcinales, pero hubiera preferido ver El Petit de Cal Eril. En cualquier caso, Real Estate estaban cerca mostrando sus credenciales de rock psicodélico. Los temas más atmosféricas tienen un aire elegante y acogedor, y los más agresivos tienen energía sin necesidad de ser un espantasuegras. Ofrecen muchas razones para ser apreciados, pero creo que ninguna para ser queridos. Cuando está sonando “Fake Blues”, ya he cambiado de ubicación.

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Dr. Dog, banda rockera de Philadelphia, empezaba su concierto con “Stranger”. Nadie les puede acusar de que se sintieran intimidados por actuar en un escenario grande. Ni excusas con el sonido, ni chistecitos, ni nada que no fuera presentar su último álbum “Shame, Shame” junto con otras canciones. Dejaron muy poco espacio para los matices, planchando sus temas dándoles un toque eléctrico algo saturado apropiado para el entorno en el que actuaban. Sin duda, todo profesionalidad.

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Aprovecho para descansar la ya maltrecha espalda viendo de lejos a Nana Grizol, que actúan con el sol declinante de cara. Que vayan haciendo.

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Mucha expectación para ver a Florence + The Machine. Primero salen los músicos, que ejecutan una base instrumental hasta que llega Florence, su melena pelirroja, su túnica blanca, su planta de maestra de ceremonias de cuento de hadas y su baqueta con la que aporrea de vez en cuando un bombo que tiene al lado. Tiene una voz interesante cuando entona pero vale un imperio cuando la proyecta y cuando grita, así que exprimió ese recurso. También hacía gráciles movimientos con los brazos, con un efecto totalmente distinto al de Bigott pocas horas antes, cosas de ser guapa. Incluso pidió que el público cantara el “Happy Birthday” para celebrar el cumpleaños de su manager, que fue el día anterior, y la gente obedeció sin chistar… Entre su repertorio fueron especialmente celebradas “The Drumming Song”, el tema nuevo “Strangeness and Charm”, “You’ve Got the Love” o “Dog Days Are Over”. Florence es una chica nacida para entretener, y pidió a la gente que saltara al grito de “1, 2, 3” y que votara cuando ella dijera “vamos”, un truco sencillo que a ella le funcionó. “Kiss with a Fist” y “Rabbit Heart (Raise It Up)” pusieron un buen final y consagraron a Florence + The Machine como una banda que merece ser invitada a próximos festivales.

* * * * * * * *

Quienes tiraron su crédito fueron Grizzly Bear. Su música se construye alrededor de la fragilidad, esquivando estructuras fáciles, sacando provecho de la pericia de los músicos y de unas voces que parecen ecos de paraísos remotos. Y aunque el arranque con “Southern Point” y “Cheerleader” fue correcto, rápidamente se instaló en el escenario el muermo. “Two Weeks” fue deconstruida y “While You Wait for the Others” tampoco sirvió para remontar el vuelo. Ni siquiera me quedé al final. Una pena.

* * *

A pesar de que salí pronto, mucha gente ya había tomado posiciones para escuchar a Built to Spill. Como hace tres años, Doug Martsch consideró que la técnica presente no cubría sus necesidades e hizo varios parones a lo largo del concierto. Se puso a hacer ascos a British Petroleum, Halliburton y McDonald’s y anunció: “¡Muerte a los ricos!”. Pero sus mejores descargas vinieron sin duda acompañado de la guitarra, y dejó muestra de su clase con piezas como “Traces”, “You Were Right” (¡por fin! ¡he necesitado ir a tres conciertos de Built to Spill para oirla!), “Hindsight”, “Wherever You Go”, “Else”, “Goin’ Against Your Mind” (especialmente celebrada) y un gran fin de fiesta con “Carry the Zero”. Incluso con problemas, son un valor seguro.

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Admito que aproveché el concierto de Sunny Day Real Estate para ir a buscar bebida. Cuando finalmente estaba en disposición de oir sólo música, me dirigí al escenario correspondiente y me encontré menos público del que me esperaba ante una banda de estas características. Fue una buena actuación, muy profesional, que sin duda hinchó de satisfacción a sus fans y tal vez reclutara alguno más. Pero decir que fue un concierto inolvidable sería sin duda exagerado.

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Pet Shop Boys son unos viejos románticos, aún más románticos que viejos. Utilizaron proyecciones y cuatro bailarines ejecutaron varias coreografías a lo largo de las temas, cambiándose varias veces de ropa (especialmente aclamada fue la discusión de pareja de “Jealousy”). Pero Neil Tennant en el micrófono y Chris Lowe tras el ‘mostrador’ eran los amos del lugar, mezclando melodías y textos a su antojo. Este hecho hizo que yo dejara de registrar con fidelidad qué tocaron, pero vamos, ahí estaban “Heart”, “Love, Etc.”, “Integral”, “Go West”, “Always on My Mind”, “Left to My Own Devices”, la citada “Jealousy”, “What Have I Done to Deserve This”, “Se la vida é (That’s the Way Life Is”, enlazaron “Domino Dancing” con “Viva la Vida” de Coldplay y remataron la primera tanda por todo lo alto con “It’s a Sin”. La cosa iba bien, pero se corría el peligro de que la gente se fuera del concierto coreando el “oooh” del tema de Coldplay.. Así que el bis se encargó de borrar esa tentación de la memoria: “Being Boring” y “West End Girls” resultaron emocionantes y auparon a Pet Shop Boys hasta el lugar de honor que merecen en el cartel de cualquier festival.

* * * * * * * *

Parece mentira que hasta hoy no hubiera estado nunca en un directo de Orbital. Si los hubiera visto antes, sin duda hubiera probado nuevos horizontes, pero, al menos por una vez en la vida, me he dejado hipnotizar por sus ojos iluminados. Fue un concierto de electrónica amable y juguetona, con alguna incorporación fácil (como el ‘aua aua’ de “Video Killed the Radio Star”) y con largos desarrollos. Por supuesto, ahí estaban “Halcyon and On and On” y “Remind”, para recordarnos que tuvieron momentos de auténtica inspiración. Lo de ahora es oficio.

* * * * * * *

Tengo los huesos desencajados, el fémur tengo muy dislocado, tengo el cuerpo muy mal, pero ha sido un buen festival.

Diploma olímpico:
Florence + The Machine, Fuck Buttons, The New Pornographers, Sleigh Bells, Superchunk.

Pódium:
Japandroids, Pet Shop Boys.

Yo estuve allí: Pixies

* Apuntes del Primavera Sound 2009

* Apuntes del Primavera Sound 2008

* Apuntes del Primavera Sound 2007

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