viernes, 30. mayo 2008
Apuntes del Primavera Sound 2008

JUEVES

Este año me plantaba allí con acreditación de prensa, entre la ‘canallesca’. Y como tal nos trataron: Internet se colgó en el lugar donde daban las acreditaciones y, a pesar de ser de los primeros en la cola, me tuve que esperar mis buenos 40 minutos bajo el sol barcelonés de las 6 de la tarde. Que cuando quiere, pega. Y además, me perdí a Tachenko. Aunque lo mío no es nada comparado con las dos chicas de una televisión zaragozana que llegaron tarde, y aunque les cedimos el paso por motivos de urgencia (Tachenko son aragoneses), dudo mucho que hubieran tenido tiempo de filmar más de 5 minutos. Empezamos bien.

* *
Daba tiempo, antes del primer concierto, de hacer una primera inspección ocular de la zona. Hay 6 escenarios, y por primera vez veo uno que está situado detrás de la placa solar, al fondo a la izquierda y bajando unas largas escaleras. Los otros están situados donde siempre, prometiendo sin duda mezclas imposibles entre músicos de diferentes actuaciones a la misma hora. Funciona el sistema de tickets previos para comprar bebida, y se anuncia que hay cerveza para celiacos. Como más tarde comprobaría Montse, no era cierto, o al menos no la encontró en diferentes barras. Desafortunado.

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La primera actuación valía por dos: Phil Elvrum venía con sus dos proyectos, Mt. Eerie y The Microphones. Había de resistir las embestidas rítmicas del escenario vecino Rockdelux, donde actuaban MGMT (el grupo más citado por los periodistas en la cola). Elvrum, en compañía de Juliet y Fred, ofreció un show de folk acústico con voz femenina y masculina, muy conjuntadas. La tal Juliet se comportaba con un aire amateur que podría ser cargante, pero lo compensaba el hecho de que tenía la sonrisa más adorable del festival. A mitad de show, Fred y Juliet se fueron y dejaron a Elvrum solo con una guitarra electrificada. Más consistente y confiado en esta segunda parte que en la primera, Phil demostró que su nuevo proyecto, comparado con su trabajo anterior, parece Cómplices. Sacarán disco este año, anunció.

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Muy poca gente esperaba en las primeras filas el concierto de The Notwist. Los alemanes presentaban su nuevo trabajo, que publican el mes que viene, y ofrecieron buena parte de su enorme “Neon Golden”. Abrieron fuego con “Pick Up the Phone”, que remataron de forma electrizante. Toda una declaración de principios: nuestros discos son relajantes, pero esto es un festival y hemos venido a ofreceros otro tipo de show. El cantante, al que a veces podían haber cambiado por J de los Planetas sin que nadie se hubiera enterado, tenía unos platos con los que a veces jugaba a hacer de DJ (en algunas ocasiones con resultados dudosos). Y cada uno de los músicos miraba para su lado, pero a pesar de todo el conjunto era realmente armónico. Estaban bien engrasados, y lo demostraron con piezas como “Where in This World”, “One with the Freaks”, “This Room”, “Neon Golden”, “Gloomy Planets” y el esperado cierre con “Pilot”. Salto válido, y vara de medir del primer día del festival.

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Hacia las 10:15 ya me había zampado una pizza y un kebab, éste último en la buena compañía de Katya, Toni y el padre de éste. Tenemos una inquietud similar por la música, pero gustos distintos. A pesar de ello, llegamos a la misma conclusión: el cartel del año pasado era mucho mejor. También gracias a ellos volví a constatar (y no sería la única vez a lo largo de la noche) que en las colas una buena sonrisa femenina tiene unos efectos que para sí quisiera el bíblico Moisés.

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Montse, la compañera de trabajo sin cuyo impulso no estaría acreditado en el festival, me encontró cuando me dirigía a Public Enemy. Nos costó localizar al resto de emboscados, Montse y Joan, sentados en la última fila del “anfiteatro” del escenario Rockdelux, y me perdí una especie de prólogo ejecutado por unos teloneros. Cuando sonó la sirena que anunciaba el inicio de la recreación de “It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back”, ya estaba cómodamente aposentado. En el primer tramo del concierto Flavor Flav demostró su capacidad pulmonar, retando a la gente a que cantara un “heeeeeey” cada vez más largo... no lo cronometré, pero fue larguísimo, un portento. A medida que iban cayendo “Bring the Noise”, “Don’t Believe the Hype”, “Louder than a Bomb”, etc, me daban más ganas de salir a botar. Lo acabé haciendo, sorteando las torres en las que se han convertido los veinteañeros de hoy en día. Vibré con “She Watch Channel Zero”, pero para mi sorpresa la recreación de su obra maestra de 1988 se acabó antes de llegar a “Black Steel to the Hour of Chaos”… Supongo que por una cuestión de horario, se cortó por la sano y recitaron dos temas más: “Harder than You Think” y su himno “Fight the Power”. En su discurso final sobresalió el lema “peace and togetherness make power”, y se fueron dejando la sensación de grupo que aún puede vivir de las rentas. Nada nuevo, pero aún están bien diseñados para su oficio.

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Proyectaron en el descanso el videoclip de “All Mine”, de Portishead, lo que interpreté como un signo de que este tema no sonaría en directo, y acerté. Portishead, probablemente el grupo más esperado del festival, fue saboteado. Programar casi a la misma hora en el escenario ATP a una banda como los japoneses guitarreros Boris era, una de dos, o una solemne estupidez, o una jugada sucia para que la gente fuera a la segunda actuación que ofrecían los de Bristol en el Auditori al día siguiente. Pasó lo que le pasó a Mt. Eerie con MGMT: Portishead ofreció un concierto enriquecido, por si a alguien le apetecía, con Boris en segundo plano. En fin. Empezaron con “Silence”, siguieron con “Hunter”, “Mysterons”, “The Rip”, “Glory Box” (con la que Gibbons empezó a luciar cuerdas vocales, y que tuvo un gran clímax en el momento esperado), “Nylon Smile”, “Wandering Star”, “Machine Gun” (que a ratos parecía Daft Punk, y que contó con la entrada en escena de Flavor Flav, excelente momento), “Over”, “Cowboys” (me encantó), “Threads”, “Sour Times” y “We Carry On”, que ofrecieron con mucha soltura y con una Beth Gibbons demostrando que también sabe sacar fuerza de su voz además de sutileza. Defendieron bien su terreno. Bien en conjunto, con rachas apasionantes.

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De la Soul empezaron realmente animando el cotarro, totalmente conectados con el público, que tenía hambre de hip-hop después de lo visto y oído en ese mismo escenario. Pero esta ansia de conexión les acabó perdiendo. La broma del “when we say Ah, you say Ah” tuvo su gracia, y ahí estábamos todos dejándonos la garganta. Pero mientras se iban eternizando las referencias a Barcelona y los gritos de respuesta a “the party is over here?”, más se me agrandaba la sensación de que estaba frente a unos animadores escolares. Para colmo, un cantante reclamó la presencia de un auténtico fan de De la Soul. Bajó del escenario y tardó en encontrar a quien diera respuesta a su pregunta “Qué día es hoy?”, que tras casi dos minutos inacabables encontró una tal Patricia: “Saturday”. Llegué a sentirme mal.

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En el escenario más alejado tocaban los Vampire Weekend. Su disco de estudio no me convence, y en directo estuvieron correctos, pero después de que hubiera sonado el segundo tema, “Campus”, ya me entró la sensación de que lo mejor de esta banda es su responsable de comunicación. Es un campeón (o una campeona). Algunos bailamos, es cierto, pero la cosa distó mucho de ser un fiestón.

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A la salida la cola del bus especial era de casi 200 metros. Además, había que pagar dos euros más por un ticket. Cegado por el pensamiento de “hasta aquí podíamos llegar”, me dirigí a la parada del N6, que daba mucha más vuelta, pero que me dejó igualmente en disposición de alcanzar el primer metro de la mañana.

VIERNES

Absolutamente humillante la experiencia a las 16:00 de la tarde junto al Auditori. Como es habitual, pasan primero los que han pagado un extra de dos euros por tener una buena localidad, hasta aquí todo correcto. Lo que no lo era tanto fue que el resto de los mortales tuviéramos que hacer cola bajo una de las construcciones de la pared, bajo la que muchas personas no podían erguirse. Es decir, era como el piso 7 y medio de “Being John Malkovich”, y estuvimos veinte minutos castigando el cuello, la columna o las posaderas en un suelo irregularmente empedrado. Una vergüenza.

* *
La cola era para Holly Golightly & The Brokeoffs, que resultó ser sólo otro señor acompañando a la dama. Empezaron con canciones animadas, pero el sonido no era bueno y las guitarras sonaban como máquinas de factoría. Fue cuando tocaron una pieza más bluesy y relajada que Holly Golightly empezó a cobrar forma como lo que es: una intérprete carismática. Introducía siempre las canciones con unas frases o un diálogo con su acompañante, un tipo con voz a lo Eugenio que iba diciendo cosas como “vamos a cantar un tema sobre la violencia doméstica, algo que no nos gusta pero somos buenos en ello” o “estoy trabajando en un avión basado en mi polla, es bastante doloroso”. Hacia el final, la actuación fue mejorando en color y hubo buena voluntad y armonía por parte de todos.

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La organización se empecinó en tratarnos como ganado. Nos quedamos entre 50 y 100 personas para ver a The Swell Season, pero fuimos instados a abandonar la sala. Al pobre empleado le dije que sabía que la culpa no es suya, y que entendía la medida como apropiada para Portishead o Nick Lowe, pero que para Swell Season era un sinsentido. A la salida, claro, había que volver a hacer cola. Ni hablar.

* *
A las 18:15, Grande-Marlaska apareció en el escenario. Los esperaban a pie de pista 4 personas, contadas. Cuando sonaron sus primeros acordes, empezó el goteo de espectadores, que rondaba el centenar al final de la primera estrofa. Igual en total los acabaron viendo 300 personas. En ese escenario, con unas condiciones de calor y de sol que molestaban a todos (una de las cantantes así lo hizo notar), Grande-Marlaska ofrecieron un concierto cumplidor pero monótono. Durante las primeras canciones, las voces eran inaudibles, lo que perjudica seriamente a quienes juegan en la división del rock comprometido. Al menos, “Caza menor”, interpretada al final del concierto, sonó bien.

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Pasearse por los stands de la feria es una experiencia deprimente. CDs que nadie compra, merchandising disparatado, camisetas mal expuestas, dependientes en actitud de paciente espera. Hay excepciones, claro.

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Los suecos The Mary Onettes ofrecieron un buen show. Con mucho de The Cure, algo de Stone Roses y un cantante que admira a Morrissey, estuvieron muy correctos en un concierto ofrecido junto al mar. El cantante dijo que era la primera vez que actuaba junto al océano, pero claro, es a lo que debe estar acostumbrado…

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Pocos minutos después, No Age demostraban su aversión al silencio con una estruendosa formación compuesta únicamente por un guitarra y por un batería que además cantaba… bueno, que intentaba hacerse oír entre su propio muro de notas. Durante los primeros minutos despierta admiración tanta eficiencia, y suenan magníficamente, pero al cabo de media hora todas las canciones empezaban a resultar muy parecidas. Y dolía la cabeza.

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El Canal Nostalgia vende, y The Sonics consiguió congregar una numerosa audiencia. Básicamente, la de aquellos que no podían (o no querían) ir al concierto de Portishead en el Auditori a esa misma hora, que sin duda para sus asistentes será lo mejor del festival. Dicho esto, The Sonics aguantó muy bien el tipo. La conjunción de miembros viejos (su primer disco es de hace 43 años!!) y nuevos valores fue buena y ofrecieron una actuación más que digna. Los predecesores del punk rock y del garage fueron desgranando temas animados y bailongos, pero se guardaron los tres cañonazos para el final: “Psycho”, “Louie Louie” y “The Witch. Se ganaron a pulso ser vetados en el Festival de Cap Roig.

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Sebadoh actuaba en un escenario gigantesco para el tipo de banda que es: una formación de vocación segundona que, si alguna vez fue pionera de algo, ha sido superada reiteradamente por otros que han hecho lo mismo que ellos pero diferente o abiertamente mejor. Su indie-rock pasó sin pena ni gloria y nuevamente debe ir a la repesca.

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Los que han visto más veces a Devo dicen que ofrecieron el mismo show de siempre, pero para los que los vimos en directo por primera vez la verdad es que fue una gozada. Se adueñaron del escenario Estrella Damm y ejecutaron su rock bailable con admirable precisión. Convenientemente uniformados, tiraron cascos a la audiencia y cuando a mitad del show gritaron aquello de “Are We Not Men?” la gente respondió, claro, con “We Are Devo”. Se quitaron los uniformes y asomó una indumentaria negra más deportiva. Son cincuentañeros con buen humor, que hasta pusieron una imagen de ellos de jóvenes mientras hacían un pequeño descanso. Al final del show, muy cerca del clímax, alguien debió tocar el botón que no era o pisar un cable y los altavoces dejaron de emitir. El público silbó para hacerse notar. Cuando finalmente se dieron cuenta de lo que pasaba, Devo reaccionó con aplomo y profesionalidad. Ya saben de qué va esto.

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Cat Power toca versiones y suena bien acompañada de una banda de soul-rock. En el escenario matagigantes Rockdelux, Chan Marshall no podía jugar en la liga de las intérpretes frágiles al piano. De hecho, si la cosa se volvía íntima, de fondo se podía escuchar la aportación poderosa de los progresivos Fuck Buttons. Así que Marshall recorrió varias veces el escenario de punta a punta, enseñó los colmillos, sorprendió, pero hasta su fan más incondicional debe admitir que Cat Power naufragó. Su voz sonaba sin matices, plana, vulgar, quizá más por cuestiones de acústica que de interpretación. De todas formas, entre su versión de “(I Can’t Get No) Satisfaction” y la de Devo pocos minutos antes, no hubo color. Sonó bien “The Greatest”, pero sin esos arreglos a lo Mancini que la han hecho grande. Hay que reconocer que Marshall lo ha intentado, pero aprueba por los pelos.

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The Go! Team venían a presentar sus dos álbumes. Teniendo en cuenta que funcionan como banda desde su trabajo más reciente, aún les quedan elementos por engrasar. Pero su combinación de pop-rock y electrónica, bien tocada, tiene gancho. Una de sus vocalistas (una negra muy deseable) demostró que su vocación era la de monitora de gimnasio e hizo un derroche físico tremendo. Tras las esperadas “Ladyflash” y “Doing It Right”, confesó que tal vez se quedaría sin voz en la última canción, que además presentaron como nueva. Pero bueno, no fue para tanto.

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El Guincho se presentó con una camiseta de mercadillo, unas bases pregrabadas y una batería. Armado únicamente con una baqueta, mientras por los laterales se veían repetitivas imágenes llenas de colorido, El Guincho ofreció un espectáculo casi chamánico. Su apuesta era baila o muere, y hay que reconocer que muchos de los presentes no bailaron. Pero para mí fue una auténtica gozada: tropicalismo rítmico desbordante de buenas vibraciones. Acabé bailando como un indio.

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Holy Fuck, dos mezcladores y un guitarra, estuvieron eficaces en su show electrónico. Pero a esa hora, avanzadas las 5 de la madrugada, el espectáculo no estaba en el escenario.

* * * * * * *

Es ese momento en el que todo el mundo te saluda, en el que las chicas arriman su culo hacia ti y bailan hasta que por su propia condición tropiezan y casi se desnucan, en el que el ejército de las tinieblas muestra incontables bajas en el suelo. Mientras escribo estas líneas, muchos de los presentes allí estarán viviendo una Holy resaca. Por supuesto, me tiraron los trastos… un tío. “Are you…?”. Le di una palmada en el brazo y le respondí, antes de salir disparado: “I am not Devo!!”.

SÁBADO

He de agradecer a Transports Metropolitans de Barcelona la magnífica vista de la parada de Tram de Glòries que vi durante más de 15 minutos porque no pasaba ningún vehículo de la línea que nos llevaba al Fòrum. Por ello me perdí los primeros minutos del mejor concierto del Festival: Bon Iver. Venían a presentar “For Emma, Forever Ago”, con dos guitarristas y batería. El cantante, Justin Vernon, habla con una voz normal tirando a grave, pero canta casi en falsete con gran naturalidad. Al principio animó a la audiencia a corear, obteniendo cumplida respuesta, pero pronto se vio que ninguna experiencia podría mejorar el silencio de admiración, o de asombro, ante lo que acontecía en el escenario del Auditori. Dio una lectura algo más eléctrica de sus temas, mientras su sobrecogedora voz sacaba el máximo provecho de una acústica, ésta vez sí, impecable. “For Emma” puso fin a una experiencia inolvidable. Queda claro que la fórmula ideal es comprar los discos de Iron & Wine y acudir a los directos de Bon Iver.

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A las 5 de la tarde lloviznaba débilmente. Pocos paraguas se desplegaron en la pista del escenario ATP mientras actuaba Times New Viking, que presentaban su ruidoso “Rip It Off”. Su front-man canta y toca el órgano, mientras batería y guitarra rivalizan por ensordecerse mutuamente. Pero el guitarrista notó que algo fallaba, intentó durante un minuto ajustar el instrumento, sin éxito, y acabó lanzándolo al suelo como un tenista enfadado tras perder un punto. El público estaba atónito, y el del órgano trataba de calmar a su compañero y tocaba notas para ganar tiempo. Sacaron otra guitarra, pero al guitarrista no le acabó de gustar nunca. El front-man acabó con tortícolis de tanto mirar atrás, estilo Fermín Cacho. El concierto no estuvo mal pero claro, visto lo visto, pudo ser mejor.

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Cerca del final del concierto de Madee su líder informó que había “poblemas” en el escenario, pero fueron muy poco relevantes para el que los viera por primera vez. La banda funciona en el escenario con la misma solvencia que en sus trabajos de estudio. El cantante se autodefinió como “sosainas” por no hablar mucho, pero su rock alternativo con ecos de Sunny Day Real Estate habla bien por sí solo.

* * * * * * *
Okkervil River estaban ensayando incluso antes del concierto de Madee, pero no les sirvió de mucho, porque tuvieron bastantes problemas de sonido, de los que ellos mismos se quejaron. Su propuesta de electrificación del folk-rock fue a la deriva al principio del concierto, pero recuperó el rumbo a partir de esa canción que tiene incorporada la melodía del “Sloop John B” de The Beach Boys, que enlazaron con lecturas magistrales de “Our Life Is Not a Movie or Maybe” y “For Real”. Mientras la espalda de la camisa del cantante estaba empapada en sudor, llegaron al final con una canción en castellano, una versión de “No tiene cara la maldad” de Westfall. Apuntaron que era el último concierto de uno de sus miembros, un tal Charles. “You’re fired!”, bromeó el cantante. “I quit”, respondió el interpelado.

* * * * * *
Tenía pocas esperanzas de ver a Young Marble Giants, pero lo intenté. Había dos colas increíblemente largas, tanto la de los que tenían preferencia como la de los que iban sin ticket. Aquí saqué la pulsera de prensa a relucir y conseguí el objetivo deseado, aunque cuando entré ya habían apagado las luces y bajé las escaleras dando tumbos. Me dirigí hacia la puerta de salida de un lateral, donde me guiaron hacia una plataforma a la que me encaramé y desde la que pude ver, incómodo pero contento, media hora de concierto, desde “Wurlitzer Jukebox” hasta el final. Allí estaban 4 músicos realmente ajenos a cualquier lucimiento o protagonismo personal, aportando cada uno su granito de arena a una banda de new wave de suave trotar y líneas cristalinas. Aun reciente la completa reedición de su clásico “Colossal Youth”, su actuación fue un fiel reflejo, casi nota por nota, de los temas del mismo. Entusiasmó a los fans, claro.

* * * * * * *
La ventaja de situarme al lado de la salida era que llegué sin problemas a ver que el piano en el escenario Estrella Damm aún estaba solo. Ya había mucha gente esperando (cacé al vuelo un comentario sobre el hostión en escena del guitarrista de Buffalo Tom). Rufus Wainwright no se hizo esperar mucho. Ofreció su cara menos barroca, más íntima. Él solo alternando el piano y la guitarra, sus divagaciones y sus canciones. “The Art Teacher”, “Maker Makes” (tema incluido en “Brokeback Mountain” que dedicó al fallecido Heath Ledger), “Beauty Mark”, “Sanssouci” (con todos coreando el “tonight” del final), “Gay Messiah”, “I’m Not Ready to Love”, “Going to a Town”, el tema nuevo “Who Are You, New York?” (fucking hard to play, como él mismo dijo, pues necesita dedos muy ágiles sobre el piano), “Leaving for Paris”, “California”, “Want”, “Matinee Idol”, “Little Sister”, una canción nueva sobre el ambiente de las high-school (algo así como “Zebylon”, pero si alguien me echa una mano…), “Cigarettes and Chocolate”…. y un tema final. Prometió no cantarlo más, porque no era suyo, sino de un tal Leonard Cohen, al que varios minutos antes Rufus había elogiado y había instado a la audiencia a ir a sus conciertos por Europa. “Hallelujah” fue ampliamente celebrada y fue un gran fin de fiesta. Rufus exhibió su talento natural, ése que desprende casi sin aparentar esfuerzo. Afirmó sentirse un alien en el festival, pero bueno, quién no lo era.

* * * * * * * *
Seis acompañantes flanqueaban a Enrique Morente mientras entonaban a capella las primeras notas de “Martinete”, aunque finalmente lo llevaron por otro camino. No era el dia de soñar la Alhambra, sino de recrear “Omega”, el mejor disco en castellano desde la existencia de Naranjito. Guitarristas, palmeros, bailaores y los componentes de Lagartija Nick secundaron espléndidamente a un Morente comodísimo en un gran escenario ante público indie. Tras “Solo del pastor bobo” se permitió un tema del que ignoro su procedencia y que empieza “Cuando un hombre ya no es hombre las lágrimas deja caer…”. No hubo más veredas: atacó directamente la portentosa canción “Omega”, la versión de Cohen de “Aleluya” (Rufus, 1 – Morente, 1), “Vuelta de paseo” (yo ya estaba levitando), “Manhattan” (más Cohen), “Ciudad sin sueño” (con un final vibrante), “Pequeño vals vienés” (Rufus creo que no sabía que tenía el espíritu de Cohen tan cerca) y remate magistral con “La aurora de Nueva York”. Concierto mayúsculo.

* * * * * * * * *

El cielo estaba anaranjado, señal de que las luces de Barcelona se reflejaban en las nubes amenazantes de tormenta. Mientras tanto, a mí me iba de perlas, porque mejoraba la visibilidad. Me acerqué un poco al escenario CD Drome para ver los últimos veinte minutos del concierto de los hip-hoperos Clipse. No tienen tanto cartel ni fans como De la Soul, pero lo que vi de su actuación me pareció bastante más adecuado. Los dos líderes de Clipse mostraron energía para defender himnos como “Wamp Wamp (What It Do)” y “Mr. Me Too”. Anunciaron que sacarían un nuevo álbum en otoño… y puedo decir que el único que gritó de júbilo al oirlo fui yo. Deberían haber dicho algo como: “this album will come this fall in Barcelonaaaaa…” y la gente hubiera respondido, fijo.

* * * * * * *
Entre Tindersticks y Les Savy Fav, escogí Tindersticks. Creo que la próxima vez no me equivocaré. Los de Stuart Staples ofrecieron un show bastante tibio en el que presentaron buena parte de los temas de su reciente y discreto trabajo “The Hungry Saw”. Al menos no olvidaron sus temas más destacados, “Yesterdays Tomorrows” (al principio) y “Boobar” (hacia el final). El escenario estaba prácticamente tan lleno de músicos como minutos antes con Morente, pero aquí acaban las comparaciones. Mientras un tipo se desgañitaba pidiendo insistentemente que tocaran “Marbles”, Stuart Staples, deambulando y mirando constantemente al cielo como si tomara el sol, iba a lo suyo. Sí que se permitió algunas concesiones al pasado, entre ellas la preciosa “Travelling Light”, pero como no estaba la cantante de los Walkabouts, el propio Staples cantó su parte y cambió el “I am…” de ella por el “She is…”. Y p’alante.

* * * * * *
En el escenario Estrella Damm, los Animal Collective presentaban su propuesta de neo-psicodelia. Como ya he dicho en este weblog, a mí no me gustan, pero tenía ganas de verlos en directo, por si entendía el secreto de su éxito. El año pasado, la puesta en escena portentosa de Modest Mouse cambió totalmente mi opinión sobre ellos, ahora favorable. Sin embargo, no tuve tal revelación con Panda Bear y sus secuaces. Creo que la prensa musical los ha sobrevalorado muchísimo, y su directo ni creó ambiente, ni hizo bailar, ni hizo gozar con sus melodías. Admito que su miel no está hecha para mi boca, pero me permito decir que el rey está desnudo y que me quedo con mis CDs polvorientos de Mercury Rev, The Incredible String Band o The Flaming Lips.

* * *
Comparado con Animal Collective, Simian Mobile Disco es más primitivo que la danza junto al fuego. Sin embargo, consiguió agitar a buena parte de los presentes, y eso que quemó su conocido “It’s the Beat” al poco de empezar. Ofreció prácticamente una hora y media de show, que acabó con un tema guitarrero y con una canción que parecía sacada de un musical de los años 30.

* * * * * * *
Mientras sonaba esta despedida, la gente ya se había empezado a dispersar porque, finalmente, empezó a llover. Eran las 5 menos 5 de la mañana, y en poco tiempo la lluvia se volvió bastante intensa. Los que llevábamos paraguas o capuchas alcanzamos fácilmente la salida, mientras el resto, supongo, esperaba a que escampara. Mientras recorría el trayecto en Tram hasta Glòries, sin embargo, llovía a cántaros.

Balance:
- Gasto: 38 euros (5 pizzas, un kebab y 9 coca-colas).
- Conciertos con problemas de sonido manifiestos o confesados por los intérpretes: 5 (Holly Golightly, Devo, Times New Viking, Madee, Okkervil River)
- Conciertos vistos enteros: 19
- Otros conciertos vistos durante más de veinte minutos: 9
- Horas en el Parc del Fórum: 35

CUADRO DE HONOR

Diploma olímpico:
- Devo
- El Guincho
- The Notwist
- Public Enemy
- Rufus Wainwright

Pódium:
* Bon Iver
* Enrique Morente (y Lagartija Nick y compañía)
* Portishead

* Primavera Sound 2007

... Comment

  

on 8/6/08 19:18, djdemierda añadió:

Apuntes muy exhaustivos

¿Apuntes del PS, dice? Vaya reseña exhaustiva, amigo Javi. Como usted apunta en mi bitácora, coincidimos en unos cuantos conciertos, sí. Lo que no comparto en absoluto es defensa de El Guincho, la verdad. Me aburre soberanamente la mayor parte del rato y por mucho que me cuenten no pasa de la verbena. A Bon Iver no llegué, pero lo de Portishead y Morente es incontestable. Añadiría entre lo mejor a Holy Fuck, Health, Shellac y Dirty Projectors.


 
 8/6/08 20:03, Javi añadió:

Bueno, pues ésa es la gracia de que vayamos gente diversa, que cada uno valore según su gusto. Al fin y al cabo, la música es más un espíritu consensuado que una ciencia exacta... Aquí dejo el link a su crónica, para todo aquel que quiera saber más.

En el apartado de correcciones, digamos que el tema nuevo que tocó Rufus se llamaba "Zebulon", y que era el gran Chuck D quien cantó en mitad de "Machine Gun" de Portishead.


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