Y además, Terry Giliam está gafado. Al relato de su empeño quijotesco (es decir, su reiterada y fracasada intención de llevar al cine “Don Quijote de la Mancha”) se le debe añadir la muerte de Heath Ledger con el rodaje de “…Doctor Parnassus” sin acabar. La solución que se encontró para mantener vivo el proyecto fue que actores como Johnny Depp, Jude Law o Colin Farrell llenaran sus huecos, convirtiendo cada entrada del personaje en el imaginario del Doctor Parnassus en un ejercicio de intercambio de superestrellas.

De la trama se puede avanzar que se trata de la historia de un espectáculo ambulante en el que el público puede escoger entre gozar de un mundo de luz y color o internarse en un ambiente oscuro y tétrico. El Dr. Parnassus dirige ese show, ocultando un secreto: hace años hizo un pacto con el diablo. Pero las consecuencias de ese pacto son terribles, y el diablo aparece de vez en cuando para neutralizar las horribles consecuencias de la apuesta inicial proponiendo otra apuesta. El Dr. Parnassus se ve, pues, continuamente atrapado.

Si se quiere, se puede ver “El imaginario del Doctor Parnassus” como un relato de fantasía crepuscular, en la onda de “Monstruos S. A.” o “Rebobine por favor”. Es decir, películas que tratan sobre la preocupación ante el ocaso de una forma de contar historias. A diferencia de las dos películas mencionadas, Terry Gilliam tiene una visión más amarga, posiblemente fruto de sus continuas contrariedades y de su edad. Tremendamente significativa es la escena en la que el Doctor Parnassus dobla sus rodillas en una encrucijada al grito de "No more choices!" (No quiero elegir más!).

La antología de imágenes de ensueño made in Gilliam, eso sí, recibe nuevas aportaciones, como el río de los eternamente jóvenes, la escalera para alcanzar las nubes o el baile de Tom Waits (el diablo) con Valentina, la hija de Parnassus. “El imaginario...” es algo más atractiva que “The Brothers Grimm”, pero a los que no sean fans acérrimos de Terry Gilliam quizá les dejará indiferente.

* Cine 2009

El guión combina el thriller y la investigación criminal con el drama romántico. Y en ambos registros se introducen pizcas de humor y unos diálogos bien escritos El personaje central es Benjamín Expósito, un empleado de un juzgado penal argentino que se acaba de jubilar y que desea poner en orden algunos aspectos de su pasado. En primer lugar, un caso que le marcó, la violación y asesinato de una mujer. En segundo lugar, y no menos importante, la historia de amor platónico (léase pasivo, expectante) entre el pobre empleado y la secretaria del juzgado, una mujer de una clase y educación superiores.

Lo dicho es mucho, pero sólo es papel y tinta. Lo realmente importante es que lo escrito cobra VIDA a través de unos intérpretes entregados a la causa. Los secundarios cumplen con una eficacia encomiable y la pareja protagonista Ricardo Darín – Soledad Villamil explota elementos raros (poco frecuentes) de la química. Campanella captura esas palabras y esas miradas y añade algunas de las escenas más memorables de su carrera por tempo (la bronca del juez a Pablo y Benjamín), por belleza (el travelling sobre el campo de fútbol hasta la grada), por tensión (en el ascensor) y por contenido (la penúltima escena del film).

Siendo una obra de género, “El secreto de sus ojos” consigue un refinamiento que le da el fulgor de las obras mayores. Lo mejor que se ha visto de Campanella en estas latitudes.

* Cine 2009

Y conste que mi poca empatía con este film no tiene nada que ver con el hecho de que no se tome muy en serio la veracidad de los hechos de la Segunda Guerra Mundial. Para hacer memoria de lo que pasó en esa época ya hay otro tipo de documentos. El producto artístico que juega en el campo de la ficción sólo se debe a sí mismo. Con esta premisa, Tarantino mete el cedazo en el río de la Segunda Guerra Mundial, pero nos enseña pepitas de oro sin acabar de limpiar.

Probablemente lo que menos me gusta del film es que su eje no es un personaje con el que te puedas identificar de forma positiva o negativa, sino un lugar. Todos se dirigen hacia la sala de cine, donde cada uno se encontrará con su destino. Esta voluntad de subrayar el papel del cine como lugar de creación y de reescritura de la historia distrae, insisto, pero (me) confunde. De la innumerable cantidad de personajes de “Malditos bastardos” podrían salir varias películas notables. Pero Tarantino no es Robert Aldrich (“Los doce del patíbulo”) y se deja personajes olvidados por el camino.

El amo de la función es Christoph Waltz, el “Cazajudíos”, uno de esos fascinantes villanos que están siempre alerta, sin dejar pasar ni una (incluso fuma en una pipa como la de Sherlock Holmes). Ante él, sin embargo, todos los demás personajes parecen empequeñecerse y reducirse a clichés. Y es aquí donde a mi entender Tarantino falla: los clichés esta vez distraen, no (me) divierten. Teniendo momentos interesantes, creo que “Malditos bastardos” es la peor entrega de Tarantino hasta la fecha.

* Kill Bill

* Cine 2009

No hace mucho participé en una conversación en estos o parecidos términos, y los recupero para comentar el film “District 9”. Porque se vuelve a demostrar que el desprecio al alien, al diferente, dura hasta que por cualquier motivo necesitamos de su ayuda. Y la relación de dominio pasa a ser una relación de cooperación.

La trama es algo complicada pero tiene un planteamiento sencillo y atractivo. En 1990, una nave alienígena que transporta a varios aliens enfermos (a los que se llama “gambas” por su apariencia) aparece sobre Johannesburg, Sudáfrica. 20 años más tarde, en el 2010, los aliens viven confinados en el Distrito 9, en un campo de refugiados que se ha convertido en un ghetto militarizado, muy deteriorado. La corporación Multi-National United es contratada para desahuciar a la población alienígena y trasladarla a 240 km de Johannesburg. El tipo que está al mando de esta operación de desahucio se expondrá a un líquido que poco a poco le va mutando en un alienígena.

Aunque puede parecer que este film se acerca a otros títulos recientes de grupos recluidos como “REC”, “28 semanas después” o “Blindness”, lo que claramente distingue a “District 9” es su voluntad de drama social alien. El director sudafricano Neill Blonkamp muestra sensibilidad por los diferentes, o al menos siente repulsa ante el trato que se les da. Pero después el relato cambia para ser el de un fugitivo en plena metamorfosis.

Mientras tanto, se van intercalando entrevistas de falso documental y se rompen cosas como en cualquier película de acción norteamericana. En resumen, “District 9” es un buen film de ciencia-ficción con capacidad para agradar más allá de los fans del género.

Cine 2009

En el centro de “Mapa de los sonidos de Tokio” están un hombre y una mujer. Él (Sergi López) es un vendedor de vinos catalán que lleva 3 años en Japón sin acabar de adaptarse. Su pareja acaba de suicidarse y él, como el James Stewart de “Vértigo”, encuentra la sustituta del amor perdido en otra mujer a la que hará representar el rol de la primera. Ella (Rinko Kikuchi), la “sustituta”, trabaja en el mercado del pescado de Tokio pero lleva una doble vida. Es una mercenaria solitaria, al estilo de Alain Delon en “Le Samourai”.

Los otros dos personajes clave son el padre de la suicida (que contrata los servicios de esa mercenaria para que elimine a la pareja de su hija, es decir, al personaje de Sergi López) y un ingeniero de sonido. Éste compila sonidos para radios, televisiones, etc., y está particularmente interesado en la mercenaria. Dice que le gusta el sonido de cómo ésta sorbe la sopa. Vamos, que es una mezcla de pagafantas y de Peeping Tom del sonido.

El ingeniero es, además, el narrador de “Mapa de los sonidos de Tokio”. Así, se trata de extraer poesía no solamente del sentido visual sino del auditivo, por no mencionar las frecuentes referencias al olfato y al gusto. Muy sensorial todo. De esta forma cobran importancia escenas como la comida de negocios de sushi sobre cuerpos desnudos de mujer, las diferentes formas de comer ramen, los encuentros de los protagonistas en el “love hotel” y todo lo relacionado con el mercado de pescado.

En pocas palabras, Isabel Coixet firma un film correcto en su cada vez mayor especialización en la tragedia romántica, en los amores malditos.

* Elegy

* ¡Hay motivo!

* Mi vida sin mí

* Cine 2009