lunes, 22. julio 2013
"La Odisea"
Javi
11:45h
"Y un perro que estaba echado alzó la cabeza y las orejas. Era Argos, el can del paciente Odiseo (...) alli estaba tendido Argos, todo lleno de garrapatas. Al advertir que Odiseo se aproximaba, le halagó con la cola y dejó caer ambas orejas, mas ya no pudo salir al encuentro del amo. Y éste cuando lo vio enjugóse una lágrima (...) Entonces la Parca de la negra muerte se apoderó de Argos, después que tornara a ver a Odiseo, al vigésimo año". Este fragmento, situado en la Rapsodia XVII de “La Odisea”, es de lo más triste con lo que me he topado nunca como lector. Aunque, llegado a ese punto, ya vas muy tocado. Sin duda han quedado en la memoria colectiva otros relatos, como el del canto de las sirenas, o el del paso entre Escila y Caribdis, o la huida de la gruta del cíclope Polifemo. Este poema épico de Homero está plagado de momentos excelsos. Pero “La Odisea” también despunta por su construcción. Parece mentira que enganche tanto un relato del que sabes el final desde el principio, o que tarda varios capítulos en presentar al héroe, o que recurre sin medida al deus ex machina. Sin embargo, fascina tanto la capacidad de Odiseo para fabular y para explicar historias, que llega un punto en el que da igual si es verdad o mentira. Sólo la diosa Atenea le reprende por intentar tambien confundirla. Y luego está el relato de “la vuelta a casa” de Odiseo, clave en la cultura occidental posterior, a la que cabría añadir el elogio de la fidelidad de Penelopea, como subraya Agamenón desde el Hades, puesto que éste encontró deplorable muerte al volver de la batalla. En su día, sin duda, el relato fue preservado por lo que tiene de ejemplar del comportamiento de la mujer del guerrero (que no debe traicionar a quien pone su vida en riesgo) y del guerrero mismo (que no se demore en volver de la batalla, puesto que causa tormento a los suyos). En cualquier caso, vistos desde los ojos actuales, creo que podemos llamar a las cosas por su nombre: Odiseo se corrió una juerga tremenda y, para evitar las reprimendas conyugales por llegar tarde a casa, se inventó la excusa más grande jamás contada. La prueba de su éxito es que mantuvo relaciones amorosas al inicio del viaje (con Calypso) y al final (con su esposa Penelopea). Lo normal para Laertíada del linaje de Zeus, Odiseo fecundo en ardides: salirse con la suya. * "Ilíada" ... Comment |
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