Yo he visto hoy "La quimera del oro" ("The gold rush") de Charles Chaplin. Ver a un señor muriéndose de hambre y compartiendo con otro infortunado una bota (de regaliz, aunque es una información que el espectador no debería saber, porque si no pierde fuerza), comiéndose los cordones como otros se comen angulas, te sirve para revalorizar lo esencial: el afecto de los tuyos, el plato en la mesa... y el vicio personal, el que sea. Porque un vicio es lo que nos diferencia de los vegetales, lo mismo que lo que nos diferencia de los animales es el dinero.

Para rematar, después de "The gold rush", oigo "After the gold rush" de Neil Young. Un día soberbio.

Parecería, pues, que el oficio periodístico está sometido a una fuerte presión política para determinar contenidos y generar con ellos corrientes de opinión favorables a unas ideas y desfavorables a otras, ya sea mediante juegos florales o censura, cuando no mentira. Pero nos engañaríamos si atribuyéramos sólo al poder político ser el causante de la sombra de una duda sobre el periodismo.

En un artículo publicado en El Mundo del Siglo XXI (19/12/2002) con el título de “Comprar la prensa”, Gabriel Albiac recuerda el concepto marxista de dictadura de clase, sintetizándolo así: no existe más poder que el económico, el Estado y la político son sólo sus adornos subsidiarios, y la información es la red difusa a través de la cual lo económico suelda su imperio. No hay que olvidar que la prensa se compra y vende cada día, y el periodismo es mercancía por la que pagan compradores (lectores) y anunciantes (los que más).

Por si esto parecía poco fuel sobre la costa, aún hay más. En su artículo del mes en “Le Monde Diplomatique”, Ignacio Ramonet denuncia que, en Francia, la crisis del mercado publicitario, el descenso de ventas de los periódicos y la llegada de los diarios gratuitos ha llevado a los grandes grupos de prensa a reagruparse, a concentrarse en pocas manos, normalmente las de empresarios venidos de la electricidad, la informática, la construcción, el teléfono, etc. Sin ir más lejos, los grupos Dassault (entre otros medios, propietario de “Le Figaro”) y Lagardère (primer editor de Francia, propietario entre otros de “Paris Match”) tienen la particularidad común de haberse constituido alrededor, según Ramonet, de compañías del sector militar. Es interesante saber que un periodista puede contar en su kit de trabajo con una grabadora, pilas de repuesto, un micrófono, un teléfono móvil, un bloc de notas, un bolígrafo y una granada de mano.

Ignacio Ramonet recuerda no sólo el derecho fundamental a la libertad de expresión y opinión, sino el no menos importante derecho a ser bien informado. Creo que este detalle es esencial. Luz y taquígrafos en asuntos complejos, afán didáctico de nuestros representantes políticos sobre temas sensibles. El secreto, por definición, es una tomadura de pelo. La razón de Estado sólo refleja la voluntad oscurantista de los hechiceros de la tribu. Y la desinformación, como ha demostrado la crisis del ‘Prestige’, es contraproducente: hay demasiados medios de comunicación a nuestro alcance como para que lo que se oculta en unos sea portada en otro, por no hablar del mailing e incluso de los blogs.

P.S.: se cuenta que el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, para alejar el “Prestige” cuando aún flotaba, ordenó que se llevasen el barco “al quinto pino”. Si fuera cierto, y olvidando por un momento todo lo relacionado con esta enorme tragedia, tal expresión de desconocimiento técnico y ausencia de recursos expresivos me haría mugir de placer.

Dicho para los colegas del barrio: cuanta más audiencia tiene un medio de comunicación más acuden a él los políticos, como moscas a la miel, y cuanta más fuerza tiene un grupo político más periodistas atrae para ejercer de bardos del mismo y componerle versos.

De hecho, P puede englobar también a grandes empresas e importantes clubes de fútbol. Dicho lo cual, la caja de resonancia de quienes no dispongan de semejante infraestructura siempre será más apagada.

Los logros de un equipo de fútbol modesto, de un músico creativo distribuido por una compañía pequeña, o las innovaciones positivas llevadas a cabo por modestas pymes o las propuestas inteligentes (que las puede haber) de grupos políticos con poca representación parlamentaria, quedarán en nada ante cosas de mayor trascendencia. Es decir: un miserable regate hecho por un futbolista-anuncio, la canción bonita de un disco infumable distribuido por una multinacional, el balance de resultados de la empresa más rentable y menos útil, o las descalificaciones de un miembro del Gobierno a una salida de tono del opositor de turno.

Y a pesar de todo, seguiremos andando.

Las ratas empiezan a abandonar el barco

La decisión aznarí de no presentarse a la reelección, la prórroga de la incertidumbre sobre el sucesor, las encuestas manipuladas de «El País», la rendición del Gobierno en la televisión digital, el zarandeo de Gescartera, la oscilación del vencedor en los debates parlamentarios, el acoso del «Prestige», todo eso y algunas cosas más, han llegado en periódicos impresos, hablados y audiovisuales al fino olfato de las ratas que cobardean ya para abandonar el barco del PP. Es una operación de escaso riesgo. Se trata de tomar posiciones en las bodegas socialistas y, después, si a pesar de todo el sucesor de Aznar gana, se cuenta con la estupidez congénita de la derecha española, siempre dispuesta a colocar en las atalayas de la información a traidores, conversos, tontos y enemigos. En los últimos años se han pagado generosamente la gallinería, la infamia y la desfachatez del converso. Asistimos ya a un espectáculo radiante, donde la verdad, que es lo que nos hace libres, no cuenta para casi nadie. Todo o casi todo es sectarismo, manipulación, intoxicación, venganzas viscerales. Unas docenas de periodistas independientes se salvan de la quema. Los demás ofician la ceremonia de la confusión, entre inciensos y jabones olorosos a las finas hierbas. Profesionales amorrongados, pávidos, pendejos, amilanados, cínicos hasta decir basta, preparan el trasvase de barcos y albañales. Hay un alto cargo popular, por cierto, que ha redactado un informe sobre las dádivas otorgadas a las ratas: publicidad institucional, patrocinios, concesiones, licencias, frecuencias de radio, televisiones digitales, adquisición de ejemplares en bloque, informaciones privilegiadas, exclusivas clamorosas, la biblia en cueros, en fin, que dejará in púribus a muchos cuando se haga pública la verdad de tantas mentiras.

Reflexiones al hilo de estas sabias palabras:
1º) Anson asegura que el poder político ha utilizado a periodistas como mercenarios.
2º) Un político se ha tomado la molestia de hacer un informe.
3º) Un informe, por cierto, que no sólo perjudica a los mass-media, sino al propio partido del que lo elabora.
4º) Anson ha tenido acceso a este informe.
5º) Anson amenaza con la próxima publicación de dicho informe ("dejará" no es lo mismo que "dejaría").
6º) "Informaciones privilegiadas, exclusivas clamorosas" forman parte de las dádivas otorgadas a las ratas.
7º) (No sigo, no creo que haga falta).

En todo caso, estoy a salvo de la quema. No me ha llegado del poder ni un mal vale de descuento. Y dudo que vuelvan a llamar a Anson para montar otra "conspiración".

Para leer más de este hombre, en http://www.larazon.es, link de "Canela fina"