No es una excepción a su marca de fábrica su film “Rebobine, por favor” (“Be Kind, Rewind” en el original). En ella, el propietario de un videoclub pasa unos días fuera y deja encargado a un tipo para que el establecimiento siga funcionando. Sin embargo, un colega de éste es accidentalmente magnetizado y, al pasar por el videoclub, blanquea todas las cintas VHS del local. Para echar una mano en unos momentos en los que el propietario necesita dinero para salvar su negocio, los dos amigos deciden filmar ellos mismos las películas que los clientes les pidan. En su terminología, harán películas suecadas (sweded).

El primer tramo es auténticamente delirante, repleto de humor blanco freak e iconoclasta, ejemplificado en el proceso de filmación de “Cazafantasmas” y “Hora punta 2”. Y en la segunda mitad la cosa se transforma en otro film sobre los efectos beneficiosos del cine sobre los espectadores, en la línea de “Cinema Paradiso”, “Los viajes de Sullivan” o “La rosa púrpura del Cairo”, aunque si me apuran podría ser el resultado del encargo a los hermanos Farrelly de filmar “The Last Picture Show” sin chistes gruesos. Vamos, que lo que quiero decir es que más allá de la broma aquí lo que hay es amor por el invento del cine, siendo capaz de combinar diferentes tonos con bastante soltura.

Jack Black y Mos Def son la extraña pareja protagonista, a la que se les une una Melonie Diaz cuyo personaje pedía más minutos y una Mia Farrow como buena secundaria. Tal vez el personaje más simbólico sea el de Danny Glover, que aprovecha una salida para volver pensando que la solución para salvar su negocio es apostar por el DVD, sólo con comedias o películas de acción, pocos títulos y muchas copias. Por supuesto, también hay un recadito para las majors y el copyright. En suma, es una mirada que retrata el crepúsculo de los videoclubs tal como lo conocemos, y el principio del cine que ya empezamos a ver. Porque, digan lo que digan, “Monstruoso” no es más que “King Kong” suecado.

* Cine 2008

El director sigue explorando las vivencias de la comunidad germano-turca, pero aquí la salpica de paradojas. Alemanes que quieren ir a Turquía en busca de sentido a su vida, turcos que quieren huir a Alemania en pos de su libertad, turcos explotados en Alemania, alemanes inseguros en Turquía. En todas partes, las calles son un peligro, las relaciones entre las personas son difíciles, y escapar de lo que odiamos nos hace estar más lejos de lo que queremos.

Si el mensaje parece complejo, intentar explicar el argumento (sin rebelar detalles importantes de la trama) no es tarea más fácil. Por un lado, en Alemania, un joven profesor universitario no ve con buenos ojos la relación de su padre viudo con una prostituta, hasta que descubre que ella envía dinero a su hija para costear sus estudios en Turquía. Por otro lado, una joven que participa en movimientos de resistencia en Turquía consigue huir a Alemania buscando a su madre, pero no la localiza y vagabundea hasta que una joven alemana le da cobijo.

Los hilos de la trama se entrelazan con tanta fluidez como en “Traffic” y con mayor precisión que en “Babel”, dos películas de las que sin duda ésta es hermana. Pero Fatih Akin no sólo capta los claroscuros y tensiones de la globalización, sino que también permite que los intérpretes desvelen sus deseos, conflictos e ilusiones ante una cámara que sabe cuándo y dónde debe detenerse.

No me cabe duda: Fatih Akin, este jovenzuelo de Hamburgo que aún no llega a los 35 años, suda arte. Pocas veces me he sentido en una sala de cine tan vapuleado y mimado a la vez como en “Al otro lado”.

* Cine 2008

Ahora nos llega “Buda explotó por vergüenza”. La dirige Hana Makhmalbaf, con 19 años pero con mucha ilusión y con una familia de cineastas detrás que le apoya. Explica las aventuras de una niña que escucha a un niño vecino leer en voz alta. Ella sabe identificar en las páginas de un libro las cosas que están dibujadas, pero no lee caracteres. Como le divierten las historias que le cuenta su vecinito y quiere descubrirlas por sí misma, la niña se propone comprarse un cuaderno y acudir a la escuela. Para ello necesita dinero, lo que debe conseguir por sus propios medios…

Es una niña firmemente determinada a cumplir sus objetivos, pero deberá ir descubriendo los resortes que debe mover para conseguirlos. Su recorrido nos lleva por el lugar donde las mujeres lavan la ropa, por el mercado, por la escuela, por el río, por las cuevas… Y nos introduce en el mundo de la crueldad infantil, particularmente intenso en una sociedad sometida en los últimos años a las atrocidades talibanes y al bombardeo salvador norteamericano. Los niños juegan a fingir tiroteos a los aviones y a ejecutar con precisión la mecánica de la lapidación de una mujer, sin solución de continuidad.

Y todo esto pasa a los pies de los huecos dejados en la roca tras la voladura de los Budas de Bamiyan, de la que en este mes se cumplen 7 años. Los que tenemos más memoria recordamos que fue la imagen más efectiva para demostrar a Occidente que los talibanes iban en serio. Su pensamiento totalitario o su trato humillante a las mujeres no habían hecho suficiente mella en la opinión pública mundial, pero lo de esas estatuas ya era diferente. Meses después vendrían los atentados del World Trade Center, y a partir de aquí la historia fue otra...

Volviendo a la película, “Buda explotó por vergüenza” tiene mejores intenciones que resultados. Curiosamente, este es el mismo comentario que anoté de “A las cinco de la tarde”, film de Samira Makhmalbaf, hermana mayor de Hana. “A las cinco de la tarde” trataba de una mujer que oculta a su padre que asiste a clase… Como pueden intuir, los Makhmalbaf son una familia unida.

* Cine 2008

No se dice ni una palabra hasta pasados los once minutos y medio de metraje, sin que nada se eche de menos. Se permiten planos de auténtico lujo como el travelling siguiendo a Daniel corriendo con su hijo a cuestas mientras está reventando un pozo de petróleo, o el reencuentro entre padre e hijo (no doy más pistas para no estropear la trama). Por otro lado, en un homenaje explícito a sus fuentes, Paul Thomas Anderson dedica el film al fallecido Robert Altman, cuya huella en el joven director californiano es más fácil de reconocer en la recordada “Magnolia”.

A pesar de todo lo anterior, se hace difícil hablar de la trascendencia de “Pozos de ambición” sin la aportación de Daniel Day-Lewis. Un lujazo. Su arenga a los habitantes de Little Boston, la que empieza diciendo “Familia significa niños, niños significa educación…” fue improvisada. Es un discurso político prácticamente impecable (y creedme, por trabajo he tenido que oír centenares de ellos), perfectamente adaptado al personaje que recrea y al tiempo en el que se ubica. Y este es sólo un detalle en su memorable composición de un hombre del petróleo misántropo, con elementos dignos del Conde Drácula.

Una curiosidad: si sólo atendiéramos a lo que vemos en el film, “There Will Be Blood” y “No Country for Old Men" podrían intercambiarse los títulos. Pero claro, les precede el material literario. La novela en que se basa “There Will Be Blood” se llama “Oil!” y es de Upton Sinclair.

Por último, debo comentar que estoy de acuerdo con Pedro Almodóvar cuando argumenta que la traducción del título “There Will Be Blood” es impropia y que tal vez hubiera sido más adecuado titularla “Correrá la sangre”. Eso sí: pocas veces un título tan prometedor habría causado tan pocas bajas.

* Cine 2008

* Bardem, Javier: como en el caso de Kevin Spacey en “Sospechosos habituales”, no tiene mucho sentido que le consideren actor secundario. Igual me salté una clase y allí se dijo que el papel principal tenía que ser necesariamente el de “el bueno”. En todo caso, Javier Bardem se lleva la parte del león interpretando al implacable asesino Anton Chigurh, personaje aterrador por su peinado, su voz, sus principios, su capacidad de rastreo, su instinto de supervivencia y su extravagante forma de caminar.

* Coen, Joel & Ethan: he de reconocer que, cuando me enteré que se estaba preparando la adaptación cinematográfica de la novela de Cormac McCarthy, el primer nombre en el que pensé para liderar el proyecto fue David Fincher. No sólo porque yo tenía fresca “Zodiac”, sino porque “Crueldad intolerable” y “The Ladykillers” casi me habían hecho olvidar los buenos momentos que me han hecho pasar estos tipejos de Minnessota. Han recuperado la mezcla de acción y reflexión, humor y sangre fácil, dosificados con un estilo conciso que es puro nervio. Se puede discutir sobre si “No es país para viejos” es lo mejor que han hecho, pero no que esté entre lo mejor.

* Jones, Tommy Lee: está en plena forma. Ya lo había demostrado recientemente en “Los tres entierros de Melquíades Estrada”, film que dirigió, y en “El valle de Elah”. Aquí, sin embargo, su papel como Sheriff Bell es mucho más contenido de lo que podía haber sido si tomábamos como referencia la lectura estricta del libro. Aun así, deja su sello para interpretar a un servidor de la ley que, conservando una gran sabiduría, se siente sobrepasado y desconcertado ante la forma de razonar de los nuevos criminales.

* McCarthy, Cormac: la excelente novela original tiene sus puntales en las acciones de los que persiguen el rastro del dinero y en las reflexiones personales del Sheriff Bell. A la hora de hacer el traslado del libro a la pantalla, ha habido varios recortes, sobre todo del segundo pilar. Ahora bien, no creo que el escritor de Rhode Island pueda tener queja, puesto que han respetado con extrema pulcritud el espíritu y buena parte de la letra.

* Y además…: sale una de mis actrices fetiche, Kelly Macdonald (“Trainspotting”, “Finding Neverland”, “Tristram Shandy”); se potencia el sonido frente a la música, reducida a la mínima expresión; los escenarios de Texas y Nuevo México son casi un personaje más…

Todo suma en esta película para el recuerdo.

* "No es país para viejos" (libro)
* Cine 2008