Cogiendo otro tema, porque el anterior me desborda, estos días estoy usando por primera vez un teléfono móvil. Aún estoy con la "L". Sé enviar SMS, he activado el contestador y hasta puedo llamar con algunos teléfonos de mi directorio, el no va más. Como estreno, hoy el trasto ha trabajado a destajo. Tengo próximamente una entrevista de trabajo que a lo largo de la tarde ha ido cambiando hasta 4 horarios distintos, convenidos en otras tantas llamadas de teléfono. Cuando sólo tenía el fijo nunca me había pasado nada similar. Lo que sí que he notado es que la gente que lleva móvil suele cambiar de idea con más facilidad, amparándose en la capacidad que el aparatejo permite para comunicar rápidamente cualquier posible rectificación. Hoy lo he experimentado porque yo he tenido que rectificar 3 veces unos planes a medida que me iban reubicando. Ya lo cantaba Julio Iglesias, maldito instrumento.

Algo que se suma a las experiencias personales de ver a Maradona en el 86 o a Romario en el 94, o a Air Jordan en toda su carrera, o el equipo de baloncesto del Barça en la época de Solozábal-Epi-Sibilio-Norris-De la Cruz, o ver correr a Florence Griffith y a Carl Lewis, o pilotar a Niki Lauda o Kevin Schwantz... o ver a Jimmy Connors y John McEnroe en sus últimos partidos. Héroes sin Homero.

En un mismo sentido, si alguien está lejos de los ordenadores largo tiempo, ¿cuanto tardará en llenarse su cuenta de correo electrónico sólo con anuncios? Con el sistema convencional, el cartero podía notar que, si el buzón estaba que reventaba y la casa olía a fiambre, algo no marchaba bien, querido Watson.

Enviar anuncios con este sistema es de cobardes. Y además, los borro sin leer, chincha. Pues no soy yo nadie con la azada.