* * * *

Pocos instantes antes había miccionado en el lavabo de un fast-food. A la tele hay que ir cagao y meao, es una máxima. La entrada a la casa en la que hice la beca ha cambiado considerablemente. Allí, eso sí, sigue habiendo mucha gente que o espera su turno de entrar o espera a que el famoso de turno salga. Nada más llegar yo, una chica se levanta: ¿qué tal? Podría conocerme, yo la miro a los ojos, pero ella no me devuelve la mirada: su objetivo está tras mi hombro izquierdo. No soy yo. Reconozco la voz del invitado del día. Muy puntual.

* * * *

Confirman mis datos en la entrada (los que yo había dado por teléfono). A las que llevan bolso les hacen un control más exhaustivo. Yo voy ligero, y paso sin problemas. En el bolsillo de la chaqueta llevo un móvil.

* * * *

Falta menos de media hora para el inicio de la grabación del programa, en falso directo. La única persona a la que creo reconocer es a un técnico de plató, A. P. Todos los demás no me suenan de nada. Me ubico en el lugar más alejado posible del objetivo de la cámara: en la esquina superior del costado opuesto al que se situará el presentador. Mi objetivo era pasar desapercibido, si hubiera sido el inverso, también hubiera sabido dónde situarme.

* * * *

Me siento entre un público mayoritariamente femenino. Muchas de ellas son chicas de instituto a las que no les cuesta demasiado emitir risitas tímidas. El show-man se acerca a calentar un poco el plató. Su mensaje es claro: aplaudid, gritad, reíos, haced lo que yo diga y todo saldrá como tenemos previsto. Por supuesto, ni lo dice ni lo insinúa a la primera de cambio, sino que antes se mete con una de estas chicas jóvenes (de hecho, la única que ha visto alguna vez el programa). Romper el hielo. Una de las mujeres de más edad le pregunta por qué no trae a Iñaki Gabilondo. La respuesta del show-man es mucho más diplomática de lo que yo hubiera sido capaz de decirle. Bien por las tablas del chaval.

* * * *

Conversación de manual entre desconocidos del público de plató.
-¿Hace calor, eh?
-Sí, es lo que tiene estar situado junto a los focos.
-Cuando fui a TV3, en el estudio hacía frío...
-Porque el techo está más alto.
-...porque tenían puesto el aire acondicionado a tope.
-Sí.
-¿Me deja salir? Voy al lavabo.
Pues para tener experiencia en el plató, fallaron a la regla básica...

* * * *

El programa comienza... con paradinha. La primera toma no es buena. Se repiten, y ahora sí que la cosa va en serio. Tras unas palabras leídas en el teleprompter (o autocue), el show-man miente diciendo que no hay invitado previsto, y que saldrá fuera del estudio para buscar uno. Por supuesto, en la calle encontrará al invitado previsto. ¿Vale la pena mover las cámaras de sitio sólo para hacer este gag (nunca visto, por cierto)? En fin, cada uno que juegue con su dinero como crea conveniente.

* * * *

Entre el show-man y una de las actrices con presencia en pantalla se produce lo que los guionistas llaman URST (siglas en inglés de ‘tensión sexual no resuelta’). Este es un bloque. Otro bloque es un colaborador que finge publicar un libro titulado “100 posturas para no hacer el amor”, y se efectúan 3 demostraciones con un colchón llevado al plató a tal efecto. Y llega la entrevista con el invitado. No hará muchos años, dicho sujeto y el que esto escribe trabajamos en la misma empresa, pero yo era un recién llegado y él ya era un personaje conocido. Apenas nos cruzamos: las pocas veces que venía, se encerraba en su despacho, que estaba vacío la mayor parte del tiempo.

* * * *

La entrevista se hace ágil. Tres cámaras estáticos y uno que no para de dar vueltas para sacar planos de recurso: ahora de rodillas, ahora de un lado, ahora de otro... el realizador lo llama dinamismo, el cámara lo debe llamar gimnasia.

* * * *

Finaliza el programa con una pseudo-tertulia de tres mujeres hablando sobre la regla. No se pasa de los lugares comunes: son muchas voces para tan poco espacio de tiempo y tantas preguntas en el guión. Entre las contertulias, hay una que me fue presentada hace tiempo y... en fin, mejor mantengo apagada la máquina de faltar...

* * * *

Salgo del plató habiendo pasado un ratito, con una botella de agua (nada que ver con el catering ampliamente surtido de otros canales) y una carta que, en teoría, debería facilitar la instalación del canal en cuestión y hacerla gratuita. De todas maneras, aprecio un defecto de forma en el “vale de gratuidad” que me han proporcionado. Algo no encaja, y no me gusta.

* * * *

Ah, y de la chica blogger que en teoría colabora en el programa, ni rastro.