Aún hay que ver qué desarrollo legislativo se puede desprender de esta votación en el Congreso. Lo que sí que queda claro es que es un paso en la dirección opuesta a los deseos de los que consideran que España, desde un punto de vista administrativo y de identificación nacional, es como Francia. Se avecinan días de tensión centrípeta, máxime con los aparatos propagandísticos activados por las elecciones del 13-J. Mayor Oreja tiene el agua más cerca de su molino, y Borrell deberá tomar partido entre defender lo que sus correligionarios han votado y su naturaleza jacobina.

¿Selecciones autonómicas compitiendo en torneos internacionales? ¿Por qué no? Los más españolistas siempre han defendido que España no puede luchar contra una parte de sí misma, pero esa es una visión que cambia con la historia. La España de la Constitución de 1812, con las colonias, no es la misma que la de ahora, y tal vez de aquí a dos siglos sea muy distinta. No existe el fin de la historia propuesto por Fukuyama: la sociedad se ve alterada por tensiones externas e internas, y la forma de resolverlas es lo que determina la evolución de una comunidad. No existe una esencia de lo que debe ser un país, creo. Aunque los gobernantes crean en ellas y les sirvan de guía para pilotar, es fácil que en esa travesía surjan imprevistos arrecifes con los que chocar.

Prefiero no hablar de tópicos ni de un lado ni de otro, y menos el día que he escuchado la última canción de Los del Río. Quisiera que en la agenda de los propagandistas se infiltraran temas de interés social, como los modelos educativos y sanitarios que queremos. Y sobre el tema identitario, bueno, hay mucho que debatir . Pero, que sea en paz y con calma.

Iluso de mí.