Para empezar, la ha ganado el mejor. El Valencia CF ha conseguido hasta el momento un goal average de +46, mientras que el de Madrid y Barça son, respectivamente, +22 y +24. No hay vuelta de hoja: es el equipo menos goleado y el más goleador. Se acostumbra a loar el buen trabajo de su técnico, Rafa Benítez, y de la consistencia del bloque frente a las individualidades. Eso a nivel mediático queda bien. Pero si el ascensor se estropea, no es suficiente para llenar conversación: tiene un portero capaz de hacerlo bien cuando está centrado, tiene una defensa veteranísima (lo que hace temer por su rendimiento a dos años vista), un medio del campo disciplinado y peleón, con jugadores de calidad (Baraja y Aimar, ayer suplentes), y una delantera apañada cuyo jugador más efectivo, Mista, no es un ariete típico. No es para tirar cohetes, no, pero es una propuesta que puede conseguir dos títulos esta temporada.

¿Cuáles son las opciones que han presentado los dos supuestos favoritos (es decir, los que tienen los respaldos a perpetuidad de los medios lamebotas)? El Real Madrid se ha dejado llevar por el modelo ZP (Zidanes y Pavones) y ha prescindido de lo que se ha llamado "clase media". Típico de la lógica empresarial de su presidente: unos trabajadores pagados muy por encima de su rendimiento en el campo y dedicados a otras actividades que ayudan a la contabilidad creativa, mientras currantes novatos procedentes de la cantera dispuestos a aceptar salarios más bajos por 'vestir la camiseta' completan el equipo lo justo para que cuadren las cuentas. Resultado: nadie hace el trabajo sucio, unos porque se han olvidado de qué es eso, y otros porque no saben cómo se hace. Y el trabajo creativo, fantástico, como sabe la gente que se dedica al arte, va a rachas. Y si te ves obligado por contrato a asistir continuamente a todo tipo de saraos, la claridad de ideas se oscurece. Y para que haya tormenta, sólo hace falta que jueguen siempre los mismos: unos se cansan demasiado y otros se desmoralizan. Cualquier estructura de colectivo se desmonta. Los propios jugadores lo reconocen: están fundidos mental y físicamente. La lástima para el empresario es que no puede retirar las acciones y presentar un ERE.

Si el Madrid se ha hundido en la segunda vuelta de la liga, el Barça hizo una primera vuelta nefasta. El primer proyecto de Jan Laporta presentó durante las jornadas un equipo, dicho al modo de Rajoy, débil e inestable. Se presentó el cuarto puesto como el objetivo prioritario, no el mínimo, algo inaudito en un equipo grande. Es cierto que Laporta parecía más interesado en distraer al socio (la "ilusión", qué palabra tan polisémica) que en armar una plantilla, si bien es cierto que no había dispuesto de tiempo debido a la tardanza en celebrar las elecciones. De ahí la atención a temas de imagen: las comidas típicas, los dibujitos del Barça y el factor aglutinante de la piñata de Ronaldinho y su contagioso carisma. Pero los resultados nublaban el cielo de tanto buenrollismo, y alguien debió por fin sentarse y ver qué le faltaba al equipo. ¿Qué pasaría si liberamos a Xavi de la misión de recuperar balones? Pues que lo situamos donde realmente llegó a jugar como los ángeles, avanzado como cuando disputó el mundial sub-20 de Qatar. Con Davids haciendo tareas de destrucción, y Ronaldinho encontrando un compañero de toque en Xavi, el ataque azulgrana ganaba en claridad de ideas cuando encaraba el área contraria. ¿Tenemos al mejor de los equipos? No, pero es algo respetable, una solución provisional a falta de extremos y delantero centro que ofrezcan alternativas a estos talentosísimos generadores de juego.

¿El Dépor? Salvo la machada del Milán, qué peñazo, oiga.

¿Y de cara a la liga que viene? Duelo Madrid-Barça. Da lo mismo: los medios de comunicación ya tienen escritos los textos y los van sacando año tras año, solo cambiando los nombres. El fichaje estrella, los jugadores que se van de putas, las pruebas del míster, los roces entre las figuritas... Cuando se inventa algo nuevo (Dream Team, el SuperDepor, los galácticos...) sólo hace falta añadir dos líneas más.