viernes, 23. octubre 2009
"Tres vidas de santos"
Javi
19:15h
Un presentador de televisión y un conocido escritor conversaban animadamente sobre cine cerca de mi posición. El presentador de televisión decía que jamás se había ido del cine antes del final de la proyección ni dejado un libro sin acabar. El escritor le replicó: “Mal hecho. Si a ti te sirven un plato de macarrones que no te gusta, ¿te acabas los macarrones? No mitifiquemos las películas o los libros. Tienen la obligación de atraparte de principio a fin. Si ves que aquello no va a ninguna parte, porque ya tienes experiencia de cosas parecidas, pues lo dejas y a otra cosa”. Siguiendo el símil de los macarrones, la pinta del conjunto de relatos de Eduardo Mendoza publicado como “Tres vidas de santos” (2009) ya era sospechosa. El autor publica su primer libro de estas características tras 34 años desde su debut literario, “La verdad sobre el caso Savolta”. Eduardo Mendoza reconoce que lo saca a la luz para ganar tiempo mientras escribe otra novela, presentando tres textos que tienen muy poco en común y que fueron escritos en diferentes etapas de su vida. “La ballena”, el más extenso, son 90 páginas inacabables. Desde mi punto de vista, es una novela comprimida, en la que los personajes sosos tienen un desarrollo similar al de los realmente interesantes. “La ballena” es un raro ejemplo de texto que necesita a la vez podarse y ampliarse. “El final de Dubslav” parece una fórmula sofisticada para que el autor se desfogue desde un punto de vista existencial. Lo podríamos definir como un viaje desde “ya ve” hasta “qué quiere que lo diga”. “El malentendido” es el último, el más corto y el más consistente. Una profesora de literatura reparte textos a presos, y encuentra en uno de éstos una devoción excepcional por la lectura. Antolín Cabrales acabará por dar el paso entre el ávido lector y el escritor, llegando incluso a ser famoso tras ocultar su pasado y esconderse bajo un seudónimo. Escribirá relatos criminales y demostrará que se puede tener éxito priorizando los aspectos formales, dando poca o nula importancia al contenido. Se aprecia en este texto el dominio de un autor veterano, que sabe manejar los tiempos dentro de la narración. Resumiendo: de buena gana hubiera dejado el plato de macarrones, pero tuve que comérmelo entero. Necesito quitarme este sabor de la boca. ¿Dónde está mi chocolatina? ... Comment |
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