El artista conceptual brasileño Cildo Meireles ha encontrado en Barcelona un fan insospechado. El día 12 de septiembre, cuando el personal del Macba se disponía a colocar dos de sus obras en la exposición "Col·lecció permanent", descubrió con alarma que habían desaparecido. Meireles trabaja con monedas, huesos, botellas de Coca-Cola para, una vez manipulados, cambiarles su significado y proponer un mensaje crítico.

Las obras robadas del Macba pertenecen a la serie "Zero dollar" (1978-1984) y "Zero cruzeiro" (1974-1978), reproducciones aparentemente fieles a las divisas norteamericana y brasileña si no fuera porque sustituye a los héroes nacionales por el Tío Sam o un indio. Los billetes irónicos, despojados de los artefactos que le dan un valor museístico, como vitrinas o peanas, debieron parecer auténticos a ojos de alguno de los operarios que trabajaban en el montaje y rápidamente llegó a la conclusión de que estarían mejor guardados en su bolsillo. Al menos ésta es la hipótesis que plantean los responsables del museo.

"La sustracción se produjo durante el montaje, cuando en el interior del museo trabajaban unas cuarenta personas, carpinteros, montadores, limpiadores, de las empresas que contratamos. Todas ellas debidamente identificadas previamente", dice un portavoz del Macba.

La obra de Meireles pone cero dólares, pero la póliza del seguro -un valor estimativo, nunca real- la cifra en 15.000 euros. Los billetes son copias de exposición, que no tienen ningún valor en el mercado sin el certificado de autenticidad del artista, por lo que al museo -puede reponer la obra con rapidez- le preocupa, más que el valor económico, el hecho de que se haya producido el hurto. "Las obras mayores, irreemplazables, como los cuadros de Tàpies o Twombly, tienen garantizada su seguridad. Nos ha costado mucho abrir el museo al público y lo que no haremos ahora es poner un policía junto a cada obra", dice Manuel J. Borja- Villel, director del Macba.

El arte conceptual a menudo exige la participación del espectador. Y algunas obras aspiran a su desaparición del sistema mercantil. Aunque tal vez el hurto podría ser una performance entusiasta e involuntaria que completa la obra de Meireles.

El Macba posee obras como la columna de papel de Antoni Llena, en la que los espectadores eran invitados a llevarse hojas, pero el artista la considera ya una "escultura disecada" y se exhibe sellada y en una vitrina. Otros muchos no utilizan obras originales, sino que los museos las exhiben de acuerdo a los patrones que los autores marcan. Se busca en ocasiones que la obra sea transitoria, efímera. En la última Documenta de Kassel se distribuyeron miles de polos, que, una vez chupados, descubrían un mensaje. Otra de sus obras consiste en ironizar sobre la simbología de la Coca-Cola en Latinoamérica y gastar al tiempo una broma contra el valor mercantil, fetichista y de icono que dio Andy Warhol al famoso refresco de la multinacional. En los botellines de Meireles, en el interior de un sello oficial aparece la inscripción: "Yankees, go home!".

Los cuatro billetes de dólares falsos y los dos cruzeiros sustraídos del Macba serán reemplazados cuando el artista acceda a una nueva impresión de sus series. La policía investiga entre la lista de personas que trabajaban aquel día en el Macba, aunque se duda de que el autor de la sustracción se decida a devolver los billetes, por mucho que cuando fuera a comprobar la cuantía de lo que creía eran moneda corriente, se llevara un chasco monumental.

http://www.lavanguardia.es/web/20021016/49076117.html

En "El árbol de los zuecos", memorable film de Ermanno Olmi, se dan las dos formas de ventaja decisiva. Por un lado, un campesino encuentra una moneda abandonada en un mitin político y, prescindiendo del mensaje revolucionario que habla de él pero en palabras a las que no quiere atender, se agacha, cuidadosamente, de forma que nadie le vea, y agarra la moneda y huye del lugar. Por el otro lado, otro campesino nos muestra su técnica para conseguir llevar al mercado la cosecha de tomates antes que sus vecinos y así conseguir el mejor precio. Tal vez una conducta la consideramos desviada y la otra no sólo correcto sino productiva. Pero responden, desde mi punto de vista, a un mismo impulso del espíritu humano. Conseguir más que los vecinos y así merecer el respeto de la comunidad.