Resultado: imposible dejar de mirar la pantalla ante una película que palpita aceleradamente, que sitúa al espectador en una posición en permanente estado de desasosiego y ansiedad. Hay muchos disparos, frecuentes gritos, montaje de planos cortísimos, acciones fuera de campo… y una historia poderosa en un entorno hostil.

En el Río de Janeiro de 1997, la policía y los traficantes de droga de las favelas tienen tratos para coexistir de forma tranquila. La corrupción, sin embargo, no va con el BOPE, una fuerza mejor entrenada y más remunerada que la Policía para acometer la tarea de erradicar la lacra de la droga. No se libran de una monumental colleja los jóvenes de clase alta que ayudan con su consumo a mantener ese negocio, o que forman ONG en las favelas que no pueden actuar sin el beneplácito de los traficantes.

A todo esto, Nascimento, capitán del BOPE, va a ser padre. Por ello quiere dejar una labor muy exigente que necesita poner su vida constantemente en peligro. Y para ello, necesita encontrar a un sustituto. Hay dos aspirantes posibles, el metódico Matias y el voluntarioso Neto. Ambos tienen defectos. Nascimento se siente muy responsable de que su elección sea la adecuada.

Como en “Cidade de Deus”, un narrador testimonial va guiando al espectador por un relato complejo, de muchas aristas. Y en cierto modo, “Tropa de élite” es el reverso de la obra de Meirelles: el mundo de las favelas desde el punto de vista de la policía. Quizá “Tropa de élite” no sea tan deslumbrante, pero es muy recomendable no sólo para los que gozaron con “Cidade de Deus”, sino también para los que saben apreciar el buen cine de acción.

* Cine 2008